Los exiliados románticos

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

La celebración

Una película pequeña y de gran corazón que -antes que nada- es decididamente disfrutable.

Suerte de secuela no reconocida (o película compañera) de Los ilusos, vista en el BAFICI 2013, Los exiliados románticos retoma las desventuras de Vito y Francesco, los diletantes que antes recorrían una gélida Madrid y que aquí viajan hacia Francia a bordo de una camioneta Westfalia. No están solos. Los acompaña un amigo, Luis, y luego se sumarán durante el trayecto un par de chicas.

Road-movie leve, lúdica y existencial, la nueva película del director de Todas las canciones hablan de mí regala bellas imágenes de Toulouse y París, situaciones muy simpáticas (la confesión amorosa en un patético francés, la larga e infantil escena final en un lago, las múltiples referencias al cine) y hermosos temas (anoten a Tulsa) para un film que siempre resulta amable, diáfano y cálido.

Pequeña (apenas 70 minutos), frágil y efímera si se quiere, Los exiliados románticas es una obra honesta, sentida, sensible, artesanal y, sobre todo, disfrutable. Hecha con pocos recursos y mucho corazón.