Los espíritus de la isla

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Los espíritus de la isla (The Banshees of Inisherin, Irlanda/Gran Bretaña/Estados Unidos, 2022) es una película escrita y dirigida por Martin McDonagh, el mismo realizador de Perdidos en brujas (2008) y 3 anuncios por un crimen (2017). La historia transcurre en una isla remota frente a la costa oeste de Irlanda en el año 1923. Aunque se ve a lo lejos la Guerra civil en Irlanda y todos conocen ese conflicto, los habitantes de la isla, sin embargo, viven una pacífica y rutinaria existencia en su tierra.

El protagonista, Pádraic (Colin Farrell), tiene un mejor amigo llamado Colm (Brendan Gleeson) con el que comparte charlas y cervezas en el mismo lugar y el mismo horario todos los días de su vida. Pero un día ocurre algo completamente inesperado: Colm rompe con la rutina y le dice a Pádraic que ya no quiere ser su amigo. Al comienzo este no entiende qué pasa, pero luego se angustia y desespera frente a ese cambio que significa la destrucción de todas sus certezas. La hermana de Pádraic, Siobhán (Kerry Condon) una joven instruida e inteligente, intenta ayudarlo, y otro muchacho, el problemático Dominic (Barry Keoghan, insoportable) el hijo del policía, también intenta colaborar para cambiar la situación.

El ambiente donde transcurre la historia es uno de los espacios cinematográficos más recurrentes y queridos del cine. La campiña irlandesa, en este caso una isla, que nació para ser fotografiada y es en sí misma un personaje más, a la vez que una postal que deslumbra y a la vez abruma. El espacio abierto y la vez claustrofóbico que todo el tiempo amenaza con mostrarse mágico y sobrenatural pero que tan sólo resulta ser alegórico y solemne. Hay dos películas en Los espíritus de la isla, una es brillante y la otra es un completo desastre. Pocos casos hay de un título que empiece tan bien y termine tan mal. Pero a no equivocarse, porque sería decir que el viaje del Titanic fue más o menos bueno porque empezó bien pero terminó mal. Es la segunda parte de la película la que finalmente termina definiendo su calidad.

Martin McDonagh comienza su historia con un tono humorístico, costumbrista, con “irlandeses profesionales” jugando a ser una pequeña comunidad graciosa y tosca, donde todos se conocen. Los temas al iniciarse la película son simples y pequeños en la superficie, pero encierran angustias existenciales de enorme dimensión. ¿Por qué alguien deja de querer de golpe a otra persona? Lo que también lleva a pensar en los motivos por los cuales la quiso o se sintió cercana a ella previamente. Aquí la historia exagera ese punto tragicómico y se sostiene por dos actores impecables, en particular Colin Farrell, cuyo personaje de un día para el otro pierde todo aquello que parecía ordenar su vida. Hay otros caracteres cuyos destinos parecen marcados por la angustia y el encierro. El hijo de un policía cruel y la hermana de Pádraic que aspira a más, son otras dos historias que van cobrando interés en ese mismo tono costumbrista que lamentablemente se borra al finalizar la primera parte de la película.

Los espíritus de la isla entonces abandona su lógica y su tono, para volverse siniestra y metafórica. Cuando Colm explica los motivos del alejamiento de su amigo la película parece abrir una serie de nuevas preguntas acerca de la condición humana, la amistad y los proyectos individuales, pero luego muestra su verdadero juego y todo se rompe. La película es una metáfora sobre el conflicto en Irlanda, la Guerra civil y los grupos en disputa. Los tradicionalistas y los rupturistas. A partir de ese momento a Martin McDonagh dejan de importarle sus personajes y solo los usa para analizar ese conflicto. La película se vuelve teatral en el peor sentido posible del término. El director y guionista, muy amigo del subrayado desde siempre, despliega su crueldad y maneja a sus criaturas para expresar las más obvias y tontas obviedades acerca de la guerra entre compatriotas. Lo que parecía simpático se vuelve insufrible y todo el humor da paso a una película pesada, sentenciosa, necesitada de decir cosas importantes, sin darse cuenta de que eso era lo que hacía al comienzo. Los sentimientos humanos no tienen suficiente peso para Martin McDonagh.