Los espíritus de la isla

Crítica de Manuel Germano - Ociopatas

Se estrenó el pasado jueves la última película escrita y dirigida por Martin McDonagh, la cual formó de la Competencia Oficial del Festival de Venecia y el Festival Internacional de cine de Mar del Plata el año pasado, con muy buenas críticas y nominaciones a la temporada de premios.

El realizador de «Tres anuncios por un crimen» traslada al espectador a una isla de Irlanda a principios de 1900. Los protagonistas principales, Colm y Pádraic (Brendan Gleeson y Colin Farrell, respectivamente) son dos amigos que han forjando una relación de amistad muy estrecha aparentemente indestructible, que cambia repentinamente cuando Colm decide dejar de hablarle hasta ese entonces su mejor amigo y le pide expresamente que él tampoco le dirija la palabra. Atónito por tal situación, Pádraic intenta buscar los motivos que justifican tal decisión, pero Colm se mantiene firme en su postura de dar por terminado cualquier tipo de contacto, con consecuencias extremas en juego.

«Simplemente ya no me agradas más».

Colm (Brendan Gleeson).

¿Se volvió loco? ¿Hice algo malo? le pregunta Pádraic a los habitantes de la isla, quienes están tan sorprendidos como él ante la decisión de Colm. Los personajes secundarios no pueden dar respuesta e intentan acompañar al devastado Pádraic en el proceso de «duelo». En este aspecto Kerry Condon (que personifica a Siobhan, la hermana de Pádraic) y Barry Keoghan (Dominic, en la ficción) ofrecen roles pequeños y muy bien trabajados. En ellos vemos representado, más allá del conflicto principal de la película, lo que el entorno bélico genera en los personajes (la Primera Guerra Mundial es el trasfondo que apenas se menciona).

Con climas de comedia, «Los espíritus de la isla» teje subtramas dramáticas interesantes que generan el debate pos función. ¿Qué sentido se le puede dar a la vida? ¿Dónde radica la importancia de determinados vínculos? ¿Qué pasa cuando aparentemente no sucede absolutamente nada? son algunos de los interrogantes sobre los cuales la película navega con inteligencia.

Los trabajos de Brendan Gleeson y Colin Farrell son impecables, al igual que el guión y la dirección. Con precisos elementos narrativos y una locación que también es protagonista, el último film de MacDonagh ha cosechado triunfos en la temporada de premios y tiene chances de seguir haciendolo en los futuros SAG awards y Academy awards.

Una comedia inteligente, oscura y reflexiva cuya fotografía y rubros técnicos se disfrutan desde un comienzo en la pantalla grande.

Opinión: Muy buena.