Los elegidos (2014)

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Hermanos en canto

Dos hermanos llegan a Buenos Aires para triunfar en la lírica. Pero todo se les trastoca.

Todo lo que Rodolfo Mórtola aportó al cine de Leopoldo Torre Nilsson y de Leonardo Favio, como su asistente y coguionista en varias oportunidades, está ausente en Los elegidos.

La película es discursiva, no tiene acción interna, las actuaciones son desmedidas y las vueltas que va teniendo su trama, en vez de atraer, generan apatía.

La historia es la de dos hermanos que viajan desde el interior hacia Buenos Aires. La meta es triunfar en la lírica ("Este es el teatro Colón", señalan cuando pasan por la 9 de julio), pero las vueltas de la vida, de ellos y de Estela, el personaje femenino que también canta, pero en un boliche nocturno, trastocarán todo.

La cosa es que Román, el menor, se enamora de ella, y ella, de Martín, el mayor. Amores no correspondidos, sentimientos de culpa, relaciones conflictivas entre los hermanos, que además son huérfanos, una búsqueda espiritual, la adicción y los excesos hacen un batido que, revuelto, es fatal.

Poco puede hacer Florencia Otero como Estela, más que cantar, correr y/o mostrar pesadumbre o desasosiego. Pablo Heredia (Martín) y Rodrigo Gosende (Román) tampoco parecen moverse con comodidad por la pantalla.