Los dos papas

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Los dos Papas es un film institucional hecho para convertir al Papa Francisco en una estampita de los tiempos modernos en oposición a Benedicto XVI, donde la película coloca todos los defectos de la vieja iglesia. Un encuentro entre dos hombres distintos que, de forma previsible y esquemática, discutirán sus puntos de vista sobre la iglesia católica. Los encuentros son antes de que Benedicto XVI renuncie a su papado. Una gran producción al servicio de la propaganda vaticana.

El primer escollo insalvable es el doblaje de Jonathan Pryce al castellano. Aunque la mayor parte del tiempo el actor debe actuar en inglés, para muchas escenas se necesita que hable en castellano. La voz elegida para esto no se parece en nada a la de Jorge Bergoglio y, además, está muy mal interpretada. Cada escena en argentino parece un doblaje de cine argentino de la década del setenta. Este descuido expone la falta de interés de la película por hacer las cosas en serio. Jorge Bergoglio interpretado de joven Juan Minujín es otro tropezón sin arreglo. Eligieron al actor perfecto para hacer de Francisco pero no se esforzaron en nada para el casting de juventud.

Todo un sector de la película está dedicada a la dictadura militar argentina. Mientras que se va por lo general en varios puntos, acá la película se vuelve más precisa y parece, por primera vez, dedicada al público argentino que sabe de lo que se habla. Es un desvío de la trama principal desde lo cinematográfico y afecta la narración general. Directamente la destruye. Es la parte más ridícula y mal ejecutada de la película, planteada con la misma clase de abyección que las peores películas argentinas de la década del ochenta. Claro que nada es tan bochornoso como Francisco: el Padre Jorge (2015) donde en un imposible e insoportable Dario Grandinetti interpretada a Jorge Bergoglio. El género vida de Jorge Bergoglio ya parece ser un género cinematográfico en sí mismo. Siempre, claro, con una mirada a favor.

Y si Los dos Papas tiene es un poco más tolerable es porque Anthony Hopkins tiene gracia para decir los diálogos ingeniosos y porque Jonathan Pryce se compromete con su papel. Como ya fue mencionado, que lo doblen al argentino le quita todo el mérito a su esfuerzo. La producción es prolija y eficiente. La elección de la banda de sonido es obvia y poco inteligente, con instantes de gran vergüenza ajena. Lo que queda en claro desde el comienzo es la condición de mala obra de teatro que tiene la idea. Los dos Papas es una de esas piezas donde dos personajes distintos hablan y dan, con todo los lugares comunes existentes en el planeta, sus puntos de vista. Uno los imagina a los dos sentados en el centro de un escenario teatral hablando y hablando. El esfuerzo de Fernando Meirelles por hacer una película con algo más lo lleva a pasearse por otros lugares comunes, pero con más locaciones.

Al final, los dos Papas miran fútbol en una escena cómica que es tomada con sentido del humor y con un ritmo que la película nunca tuvo. El guión cobarde y la obsecuencia de todo el proyecto se saltea todos los conflictos que el Papa Francisco ha tenido desde que asumió, desligándose de toda responsabilidad sobre la posición de Bergoglio sobre Venezuela, Argentina y demás polémicas actuales. El director Fernando Meirelles termina su película burlándose de los argentinos en el Mundial. Tal vez lo hace para que alguien en Brasil recuerde que nació allí, que no siempre fue un empleado al servicio de la iglesia.