Los dioses del agua

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Acerca de los mitos y los rituales
La nueva obra del director argentino Pablo César transcurre en Formosa, Angola y Etiopía, con Juan Palomino y Boy Olmi.

Diferentes ejes argumentales con sus múltiples voces convergen en las dos horas de Los dioses de agua, nueva apuesta del experimentado realizador argentino Pablo César y su interés por escarbar en culturas de otros continentes.
En efecto, esta coproducción junto a Angola y Etiopía, explora en la vida del antropólogo Hermes (Juan Palomino) y su afán por descubrir el origen de la Tierra, cuestión que lo llevará a la provincia de Formosa y luego a Angola y Etiopía, además de montar una obra de teatro sobre el tema. En ese viaje iniciático y de descubrimiento permanente, el personaje conoce a un joven africano que bucea en la historia, a una actriz, bailarina y cantante y al egiptólogo (Boy Olmi), quien le comentará sobre la necesidad de emprender un viaje ritualístico y así dejar de investigar el tema desde los libros.
Un bello momento visual es aquel en donde Hermes cruza el río Kwanza, ya que la potencia de la imagen se transmite desde su intención metafórica, en un instante que representa un antes y un después de las dudas de Hermes y la decisión por convivir con su deseo/investigación ahora convertido en obsesión. En esos planos de importante riqueza visual, la película impone su interés, omitiendo de a ratos un entramado dramático donde se acumula información que abre demasiadas puertas argumentales en lugar de afincarse en un único centro narrativo. Son los riesgos habituales que toma el cine del director, desde sus anteriores incursiones en territorios lejanos (Equinoccio, el jardín de la rosas; Unicornio, el jardín de las frutas; Afrodita, el jardín de los perfumes) hasta la exploración onírica con Luis Alberto Spinetta en la banda de sonido (Fuego gris).
La complejidad narrativa y las pretensiones argumentales de Los dioses de agua, que oscilan entre la investigación científica y la exploración en etnias y razas con una mirada antropológica, ubican a la película en un lugar extraño y curioso: repleta de tempos narrativos que descansan en una letanía al borde de lo soporífero, la película respira una honestidad temática y formal muy difícil de rebatir.