Los caballeros

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Conozcan a Mickey Pearson, un hombre de negocios que triunfó en Londres gracias al tráfico de drogas y posee enemigos que quieren derrumbar su imperio, desatando una auténtica guerra de pandillas mafiosas. Una circunstancia que suscitará todo tipo de conspiraciones, intrigas y chantajes, que implicarán a peligrosos grupos de poder. Este esquema de situación es el molde temático a través del cual Guy Ritchie patentó su carrera, probándose como un efectivo cineasta abonado a la acción. Este productor y guionista ha otorgado una estética reconocible a películas como como “Revolver”, “Juegos, Trampas y dos armas humeantes”, “Snatch: Cerdos y Diamantes” y “Rock n’ Rolla”, proporcionando también relevancia internacional a un héroe de acción como Jason Statham.

Luego de llevar a la pantalla el histórico personaje literario de Arthur Conan Doyle (“Sherlock Holmes”) en un par de oportunidades, Ritchie regresa al terreno que mejor le sienta, con un lúdico y entretenido ejercicio de género, narrado con habilidad. “Los Caballeros” ofrece sus habituales elencos corales (se destacan Hugh Grant y Collin Farrell), un antihéroe bajo amenaza (Matthew McCounaghey, un texano que debe forzar de forma convincente un acento londinense), personajes marginales viviendo fuera de la ley, planes delictivos que sufrirán giros imprevistos y una sucesión de diálogos ingeniosos. Esta mixtura pareciera una vuelta a las fuentes de la comedia criminal británica que marcara su estilo desde fines de los años ’90.

Sin demasiada hondura argumental, pero conservando la frescura de antaño, podría decirse que el cineasta se coloca ‘en piloto automático’ para concebir un producto que recurre a todos los detalles caricaturescos que poblaron sus antiguas historias criminales. Como desafío al espectador, lo más interesante de esta trama in medias res resulta el constante uso de saltos temporales, con flashbacks que pretenden colocar las piezas de este rompecabezas de intriga en su lugar, describiendo sucesos en retrospecciones que nos invitan a resolver el enigma como un inglés de pura cepa haría: tomando el five o’clock tea. El bueno de Richie supo ir ‘a la cama con Madonna’, de manera que, como comprobarán, esta película no representa el más mínimo aprieto…