Los Boxtrolls

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Verdadero prodigio visual

La productora Laika es responsable de Coraline y la puerta secreta y ParaNorman, películas que combinan las tradicionales técnicas de animación stop-motion (cuadro por cuadro) con los últimos adelantos de la tecnología digital y, como el caso de Los Boxtrolls, también incursionan en el cine 3D.

Los Boxtrolls, transposición del popular libro ¡Tierra de monstruos!, de Alan Snow, no tiene nada que envidiarles en términos visuales a sus dos antecesoras de Laika ni a ninguna producción animada reciente, pero no genera la misma empatía que la notable Coraline? y su humor es menos eficaz que en ParaNorman.

Ambientada en la ciudad victoriana de Cheesebridge, esta película de Anthony Stacchi y Graham Annable tiene como protagonistas a los pequeños boxtrolls del título, unos queribles monstruos que se cubren con cajas de cartón, viven en las profundidades del lugar y salen por las noches en busca de desperdicios que sirvan para su subsistencia. Entre sus conquistas preferidas están los relojes y los muñecos a cuerda, toda una definición para una película que -ya desde su misma factura- reivindica lo artesanal por sobre lo industrial.

Entre los boxtrolls aparece a los pocos minutos un ser extraño. No es otro que Eggs, un niño huérfano que ha sido criado por esas criaturas y que luego será fundamental para su supervivencia. Es que en la superficie -donde un grupo de aristócratas liderado por Lord Camembert disfruta de la opulencia y de su pasión por los quesos- unos sádicos exterminadores se dedican a erradicar a los boxtrolls y el chico (que luego se convertirá en valiente muchacho) deberá salir al mundo real para detener esa matanza.

La película es de una belleza incuestionable y tiene algunos chistes simpáticos, pero esta vez los personajes y la mayoría de los conflictos carecen de la intensidad, la profundidad y la capacidad de identificación que otros productos similares (sean de Laika, Pixar, Aardman o DreamWorks) sí han conseguido. De todas maneras, aunque el guión no esté a la altura de su factura y su visión puede ser un poco ardua para los más chicos, ningún amante de la animación debería soslayar un prodigio visual como el de Los Boxtrolls.