Los años más bellos de una vida

Crítica de Santiago García - Leer Cine

El veterano director francés Claude Lelouch alcanzó el punto más alto de su carrera en 1966 cuando dirigió Un hombre y una mujer (Un homme et une femme) protagonizada por Anouk Aimée y Jean-Louis Trintignant, dos verdaderas leyendas del cine francés que también tocaron un punto algo de sus extensas filmografías en esta película. Incluso la música compuesta por Francis Lai se transformó en un clásico absoluto. Un hito dentro de la historia del cine romántico, una película muy popular en todo el mundo. Como los mosqueteros, los tres regresaron veinte años más tarde para seguir la historia. Un hombre y una mujer: 20 años después (Un homme et une femme, 20 ans déjà, 1986) no tuvo el mismo éxito, pero como ejercicio cinematográfico resultó interesante.

Pasaron ahora treinta y tres años más y Los años más bellos de una vida (Les plus belles années d’une vie, 2019) los vuelve a reunir. Como la trilogía de Antes del amanecer de Richard Linklater pero extendida aún más en el tiempo. Como la saga de Antoine Doinel dirigida por François Truffaut, pero sin la misma sofisticación. La película apuesta todo al salto de tiempo violento y a meterse con un tema menos habitual para el cine romántico, la vejez y el deterioro físico y mental. Siendo los tres, Lelouch, Aimée y Trintignant personas nacidas en la década del treinta, la película juega con la ficción y la realidad de forma contundente. La película habla tanto de ellos como de los personajes.

Con momentos que son dolorosos y algo angustiantes, con otros luminosos y hasta cómicos, vemos a las dos estrellas jugar con la ficción y el documental. Ser ellos y ser los personajes. La película, para enfatizar las ideas, incluye escenas de los dos films anteriores. Pero Lelouch no busca amargar al espectador, más bien lo contrario. Todo resulta emotivo y movilizador. Tal vez no significa nada para quien no los conozca, pero para los que sí los conocen, la cita es obligada.