Los amantes pasajeros

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Siempre han dicho que hacer reír es mucho más difícil que hacer llorar, y Pedro Almodóvar es un realizador que siempre ha manejado con gran acierto los dos registros. Si bien en una primera etapa de su carrera, es explícitamente un ávido realizador de comedias, luego de “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (España, 1988), construyó una línea discursiva mucho más melodramática.
Con “Los Amantes Pasajeros” (España, 2013) el realizador intenta volver a la comedia y a la espontaneidad de sus primeras cintas. La película relata la historia de un grupo de personajes bien disímiles entre sí que intentarán en un vuelo a más de 10 mil metros de altura superar sus diferencias y, en algunos casos, explorar o reafirmar su sexualidad
En el vuelo P259 de la aerolínea PENINSULA, la acción tendrá como protagonistas a tres “azafatos” bastante particulares (Javier Cámara, Carlos Areces y Raúl Arévalo) quienes intentarán que los pasajeros reciban el mejor trato durante el viaje (logradísima la escena coreográfica del tema “I’m So Excited” de Pointer Sisters de la que todos hablan) pero sin dejar de molestarse mutuamente para ver quien la pasa mejor (con todas las letras).
Es que al enterarse el piloto (Antonio de la Torre) que uno de los trenes de aterrizaje no funciona, y que deben girar sin rumbo hasta que les den una pista en algún lugar de España, la tripulación y el pasaje se predisponen a todo.
Claro, ante la perspectiva de un final feo (que el avión se desplome), los azafatos deciden: 1º dormir a toda la clase turista. 2º emborracharse y drogarse, 3° tener sexo desenfrenado con quien sea, 4° hacerles pasar una buena despedida a los que viajan en primera.
En “primera” ó “business” tenemos: una “médium” cuarentona y virgen (Lola Dueñas) que “huele” la muerte, una pareja de recién casados muy ardiente (Miguel Ángel Silvestre y Laya Martí), una dominatriz con secretos (Cecilia Roth), un empresario corrupto (José Luis Torrijo), un hombre con doble vida (Guillermo Toledo) y un mexicano misterioso que lee a Bolaño (José María Yazpik).
La cinta se divide en dos partes. Una primera más clásica y tranquila, en la que poco a poco nos vamos acercando a los protagonistas (y hasta conocemos detalles de las relaciones de algunos de los personajes en “tierra”), y esto obviamente lleva un tiempo porque es una película coral (las mejores películas de Almodóvar, excepto “Todo sobre mi madre” y “Atame!”, han sido corales).
Luego de la noticia de los problemas en el tren de aterrizaje, comienza la segunda parte de la película, la del descontrol. Claramente, la mejor lograda.
Si bien “Los amantes pasajeros” no es de las mejores comedias del director, es una buena oportunidad para acercarse a su universo pop y kitch, en el nuevo siglo, porque sosteniéndose en grandes actuaciones (Cámara, Areces, Roth, Dueñas, por nombras sólo a algunos) y haciendo partícipes una vez más a grandes protagonistas de filmes anteriores en pequeños cameos (Penélope Cruz y Antonio Banderas interpretando a unos maleteros en la escena que abre la cinta, Blanca Suárez), Almodóvar narra una vez más algunos momentos de la movida madrileña de los ochenta (mezcalina, agua de valencia, coreografías, etc.).
Con esta película intenta darle algún respiro al cine español que, crisis mediante, ha marcado uno de los más bajos niveles de producción y asistencia. Dato curioso, las escenas del aeropuerto final han sido rodadas en “Ciudad Real”, un lugar actualmente en desuso y en concurso de acreedores, monstruoso ejemplo de la crisis que el país ibérico atravesó luego de la burbuja inmobiliaria.
Y por qué ese lugar fue el escogido para finalizar la cinta? Porque más allá de la comedia, la música y el sexo, en “Los Amantes…” hay una denuncia, a los medios, a los gobernantes, a los dirigentes, a las clases que no reaccionan frente al desconcierto, el desempleo y demás.
En ese avión imaginario (reconstruido especialmente para la filmación) hay una metáfora de un país que está luchando para “volar” nuevamente, con una clase baja “narcotizada” que nada entiende y compra un discurso conformista, una clase media que intenta desesperadamente cambiar su situación (tripulación) y una clase alta que sólo se queja de sus propios problemas sin ayudar al otro (businnes class).
Para ir al cine sin prejuicios y buscar más allá del humor las pistas para entender el porqué se le hacia necesario a Almodóvar volver a la comedia, a sus títulos coloridos y a contar una vez más con sus actores fetiche.