Los agitadores

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Luego de dirigir películas como “Un rubio” o “El cazador”, Marco Berger regresa a la gran pantalla con “Los Agitadores” (“Horseplay”, frase en inglés que puede traducirse como ‘pelea amistosa’), film que lo posiciona como el más destacado autor dentro del cine LGTBIQ+, luego de su exitoso paso por certámenes de competencia internacionales. Situada en temporada de verano, la historia nos introduce en el a primera vista relajado clima de una reunión de amigos de clase alta, recluidos en una villa de lujo. Días de fiesta se avecinan, sazonados por euforia y jolgorio en símiles dosis. Juegos sexuales pueden adivinarse como el pasatiempo elegido para disponer el tiempo libre, aunque la mera apariencia camufle comportamientos violentos. La broma en vacaciones se va tornando pesada; lo reprimido y lo prohibido acaba colisionando en un cruce de caminos..

“Los Agitadores” porta en su núcleo un claro mensaje de crítica social. Berger, emblema de la narrativa queer y afín a explorar la representación de fantasías homo eróticas, se decide a desnudar el aspecto tóxico de la condición de género. Tensión y homofobia enrarecen el clima: el plano se puebla de físicos torneados que esconden salvajismo y anacrónica virilidad. La agresión verbal pronuncia epítetos que son degradación y amenaza constante, mientras el autor de “Plan B” (2009) y “Ausente” (2011) ejerce su faceta de nato provocador para llevar su reflexión al nivel social que identifica ciertas prácticas recalcitrantes. Su elenco coral está integrado por Interpretada por los actores Bruno Giganti, Agustín Machta, Franco De la Puente, Iván Masliah, Facundo Mas, Iván Díaz Benítez, Carlos Carneglia, Denis Corat, Jordán Romero, Fernando de Simone, Melissa Falter y Gastón Frías,