Locamente enamoradas

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Los líos del amor -título de la novela de Antoine Doinel en El amor en fuga de François Truffaut- a ritmo veloz y desde el punto de vista femenino. Mujer actriz de éxito, hermana que busca un hijo, pero que no ha descubierto el sexo sin finalidad reproductiva, hija menor, hija mayor no biológica, todas bajo el mismo techo. Cuatro mujeres con diferentes visiones y diferentes búsquedas románticas, en objetivos y en caminos. Locamente enamoradas propone aparentemente un punto de vista dominante: el de la hija menor, que asume la narración por momentos pero luego la abandona. No estamos ante un relato armado con solidez, sí con velocidad, variantes visuales en modo cotillón (pantallas divididas, montajes veloces, flashbacks juguetones, dibujos sobre rostros que indican "este hombre no sirve"). Lo que propone Locamente enamoradas , mucho más que cualquier tipo de profundización o sutileza, son historias cruzadas presentadas en un ambiente agradable, rico, burbujeante, que se mueven todo el tiempo, aunque para ese movimiento haya que apelar a excesos musicales y a una simplificación extrema de varios personajes (con el consiguiente riesgo de atontarlos un poco). Ningún defecto es del todo grave, tampoco son graves las situaciones: actriz en la búsqueda errática de un hombre que la arrebate, adolescente en busca del primer beso, joven adicta al trabajo, amores, amantes.

Las mujeres protagonistas son lindas, fotogénicas y tienen buen timing cómico, sobre todo mediante una gesticulación que casi siempre se aplica con fluidez a la velocidad narrativa a la que se ven sometidas. Estas mujeres son de diversas edades: Veerle Dobbelaere tenía 43 años al momento de hacer la película y se desnuda sin problemas. El sexo en la película también se muestra sin problemas y no con esa actitud de falsa despreocupación que suele haber en ejemplos argentinos de "comedias sexies" como Dos más dos , que tapan pechos femeninos con piruetas imposibles e inverosímiles. En Locamente enamoradas una mujer es una mujer (título de Godard de los 60, pero no entremos en comparaciones), con todo lo que eso implica, o más bien podría implicar, por fuera de la tautología. Es una lástima que la película quede limitada por la adscripción en demasía al modelo "cine comercial a la europea" con algunos aditivos, simplificaciones y redundancias que demuestran una cierta desconfianza hacia el espectador y su capacidad de atención.