Loca alegría

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Thelma y Louise en la Toscana

Cine de la intensidad, Loca alegría se aventura por caminos difíciles. Las protagonistas son pacientes de una institución mental, la aristocrática y fantasiosa Beatrice y la golpeada y reservada Donatella. Entre las dos surgirá de a poco una amistad, mientras se aventuran por diversos caminos fuera de la casona en la Toscana que las retiene con un régimen no muy estricto.

Cine de personajes fuertes, necesitaba de grandes actrices: Micaela Ramazzotti (Donatella) tiene el personaje más complicado, el que tiene mayores riesgos de desbarrancar, debido a la construcción de su pasado y sus acechanzas crueles. Valeria Bruni Tedeschi (Beatrice) tiene el personaje para lucirse y lo hace, y la apuesta intensa, casi incendiaria, de la película, pasa en mayor medida por ella. Su imposibilidad de detenerse, su incapacidad para dejar de hablar, los impulsos como sostén de todos sus movimientos: características que en otra actriz podrían haber hundido al personaje, con Bruni Tedeschi se convierten en las coordenadas de la eficacia. Más aún, Bruni Tedeschi aprovecha cada exceso para sostenerlo con mirada, con curvas, con brazos en alto de patrona de palacio en apuros, con inspiradas líneas de diálogo, sobre todo aquellas que dice casi al pasar (como la reprimenda a los chicos que vienen de la playa).

En ellas dos, y en la apuesta habitual en la carrera de Virzì por no detenerse, por no frenar, por no pausar y a la vez por no generar ningún caos narrativo, están algunas de las fortalezas de esta película. Los principales problemas, afortunadamente pasajeros y que afectan sólo parcialmente al relato, son dos: una es la peregrina idea de pegarse a Thelma & Louise, con cita visual y todo, y la otra es una conversación entre el personal de la institución que peca de progresismo sin elaboración, algo que también se colaba en Caterina en Roma (2003), la película que al estrenarse en la Argentina llamó la atención sobre el director, junto con una retrospectiva de la Sala Lugones. Con esas películas pudimos ver la energía de Virzì para retratar a sus personajes adolescentes, el tiempo pasó y su cine pasó a temas más adultos (La prima cosa bella, El capital humano).

Es reconfortante encontrar en Loca alegría personajes con un pasado combinados con esa energía y esos saltos al vacío -incluso las torpezas- del cine del director en su período de fines del siglo XX y principios del XXI.