Liv y Ingmar

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Matrimonio y algo más

El documental Liv & Ingmar indaga en la relación afectiva entre el director Ingmar Bergman y la actriz Liv Ullman, narrada por ella.

Oscar Wilde decía que cuando un hombre se casa por segunda vez, es porque adoraba a su primera mujer. Y la frase le viene como anillo al dedo a Liv & Ingmar, el documental dirigido por Dheeraj Akolkar que cuenta la tormentosa y apasionada relación entre la legendaria actriz Liv Ullmann y el prestigioso director de cine Ingmar Bergman.

Basada en la autobiografía de Ullmann (Changing), pasajes de las memorias de Bergman (Linterna mágica) y el intercambio epistolar entre ambos, el filme está narrado por la actriz noruega, quien se encarga de recorrer casi 50 años de amor y amistad con quien fue, además de amigo, su marido y compañero de trabajo (hicieron 12 películas juntos).

Las diferentes etapas de la relación están separadas con títulos relacionados con los sentimientos atravesados (Amor, Dolor, Soledad, Amistad, Anhelo). Ullmann va recordando con total honestidad los momentos más álgidos vividos con el director sueco: el amor de los comienzos, la soledad en la isla en la que vivían, cuando tuvieron su hija, las discusiones, el comportamiento violento de Ingmar, entre otras cosas.

Bergman era mucho mayor que ella (cundo se conocieron él tenía 46 y ella 25), y Ullmann se encarga de mostrarlo no sólo como una persona increíblemente creativa y maravillosa sino también como alguien vano y egoísta, inseguro y agresivo.

Lo notable del documental es la naturalidad con que lo cuenta Liv. Ver a la actriz emocionada ante la cámara, mientras se pasan imágenes de sus obras maestras, demuestra el inmenso afecto que le tenía al creador de Persona. Para ella lo importante era lo que sentía uno por el otro. Sin dudas se trata de una de las historias de amor más apasionadas y apasionantes de la historia del cine.

Dheeraj Akolkar centra su documental en el costado afectivo, dejando de lado el trabajo artístico. Hubiera sido mucho mejor si se aprovechaban más las imágenes de archivo y el detrás de cámara. Sin embargo, el documental gana por su emotiva sinceridad y simpleza. Ella era su Stradivarius. No hubiera podido ser uno sin el otro.