Little Joe: el negocio de la felicidad

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Una película en la que lo que se debate es el amor, la necesidad de afecto, la correspondencia entre ser amado y amar y una planta creada para hacer feliz a la gente. Todo eso contiene en su interior Little Joe: el negocio de la felicidad, la película de Jessica Hausner que por momentos cautiva como el aroma de una bella flor.

Pero tiene muchas cosas escondidas.

Resulta al menos curioso cómo una película rodada y que tuvo su premiere en el Festival de Cannes antes de la pandemia, tenga en el centro la manipulación de un virus que se inhala y tiene consecuencias, ya veremos cuáles.

No es que la austríaca Jessica Hausner y su coguionista Géraldine Bajard hayan sido premonitoras.

La protagonista es Alice (Emily Beecham, que ganó el premio a la mejor actriz por este rol en Cannes), que es criadora de plantas. Ella y su colega Chris (Ben Whishaw, Q en las últimas de James Bond) han creado a Pequeño Joe, una planta a partir de la ingeniaría genética. El principal objetivo era lograr una planta cuyo aroma hiciera feliz a la gente. Si la tratan bien, la planta en cuestión lo agradece, brindando eso que cuesta definir como felicidad. El cuerpo del humano que aspira lo que emana de la flor, produce oxitocina.

Es la hormona conocida como hormona de la madre: se supone que es la que inicia el vínculo entre la madre y el recién nacido.

O sea, están creando la primera planta antidepresiva que llegará a todos los hogares.

Lo que la planta necesita es amor.

Como todos.

Por supuesto que algo no sale como lo planeaban en el criadero, y Little Joe -le ponen Joe por el nombre del hijo de Alice, que está separada- terminará infectando a quienes inhalen lo que emana de la flor.

“Es mi trabajo gestionar lo impredecible. Pero no puedo controlarlo todo”, se ataja Alice.

¿Y si lo pudiera?

“Es un ser viviente. Necesita atención y afecto, le dice Alice a Joe cuando le lleva un ejemplar a su hogar. Joe se debate, ante lo workaholic que es su madre, irse a vivir al campo con su padre. En busca de esa atención y afecto que siente que su madre no le está dando.

Drama, misterio, ciencia ficción
Little Joe: El negocio de la felicidad combina drama, algo de ciencia ficción y misterio y varias historias de amor. De amor hacia los hijos, y de pareja. Porque Chris está enamorado y no secretamente de Alice, así como Bella, otra de las criadoras, quería a su perro, hasta que éste “se convierte en otro”.

Hausner, que dirigió Lourdes y Amour fou, habla de la manipulación, y no sólo genética. Las maniobras para lograr lo que uno desea son las que pone en tela de juicio la película.

La planta se la creó estéril, pero ¿y si el virus utilizado mutó, y se convirtió en patógeno? La planta ¿estaría intentando combatir su infertilidad?

El filme también tiene unas cuántas líneas de diálogo y/o sentencias como “La seguridad es más importante que el éxito” que cuestan creerlas, más que nada por la boca de quién salen dichas. Con un diseño de producción destacado, actuaciones medidas y nunca pasadas de rosca, Little Joe: El negocio de la felicidad quizá no deje al espectador así, contento y dichoso, pero lo entretendrá y lo hará pensar por un rato.