Línea de fuego

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

El último héroe de acción

Línea de fuego es una película que se inscribe en la tradición del cine de acción y presenta como protagonista al último de los héroes del género, Jason Statham.

El cine norteamericano de acción es tan perfecto como polémico. Perfecto porque es directo, simple, de trazo grueso y brocha gorda, con rivalidades bien marcadas y definidas. Polémico porque para hacer funcionar su esquema, la justicia por mano propia y la idea de la autodefensa son la constante peligrosa y políticamente incorrecta.

Desde la década de 1970 se lo viene puliendo para que sea como es: un cine duro, físico, en el que todo cierra, en el que casi nunca falta nada y en el que lo que sobra siempre suma (disparos, piñas, explosiones). El estereotipo más grosero es su regla principal. Y su característica prominente es, en el contexto de su propia lógica, la predictibilidad reconfortante, que entretiene y satisface.

Sus herederos más reconocidos son los que se encargaron de continuarlo, y acá no se puede dejar de mencionar a uno de sus grandes referentes: Sylvester Stallone, quien firma el guion adaptado de la nueva película con Jason Statham, el último gran héroe de acción.

La apertura de Línea de fuego (Homefront, en su título original) es potente: Phil Broker (Statham) se infiltra en una banda de motoqueros narcotraficantes para desbaratarla y se arma una trifulca espectacular. El adrenalínico prólogo, que sirve para presentar al protagonista, culmina con una balacera aplastante. La cámara de Gary Fleder, su director, sigue con virtuosismo el curso de la acción en medio de la noche urbana, como en la mejor tradición del género.

Dos años después de este hecho, Broker intenta dejar atrás su etapa de agente de la DEA (Administración para el Control de Drogas) para empezar una nueva vida junto a su hija de 10 años (Izabela Vidovic), en un pueblito aparentemente tranquilo. Pero ya se sabe, todo pueblo chico es un infierno grande, en el que ningún forastero es bienvenido, y menos si tiene facha y sabe pelear.

Víctima del bullying, la pequeña Maddy aplica las enseñanzas de su padre y golpea al niño que la molesta hasta hacerlo sangrar. El problema es que el niño es hijo de la hermana del criminal número uno del lugar, Gator Bodine, interpretado por James Franco, quien nos recuerda al gánster fumón de la película Spring Breakers, de Harmony Korine.

Gator es una locura a punto de suceder, y, si bien al comienzo se niega a meterle miedo al padre de la niña que instala la discordia, muy pronto va a averiguar quién es realmente ese extranjero misterioso.

Gary Fleder entiende los tiempos, sabe cuándo tiene que llegar la acción, prepara el terreno para la pelea final con enfrentamientos que van de menor a mayor en dificultad. También demuestra inteligencia al alternar, de manera bastante equilibrada, los momentos lentos con los momentos movidos, sin caer jamás en el tedio. Y si bien el tema de la defensa de la propiedad privada es reluciente, no opaca el resultado final, que no defrauda y le da al espectador lo que espera.