Lejos de Pekín

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

“Lejos de Pekin” cierra la trilogía misionera de Maximiliano González (luego de “La soledad” y “La guayaba”) y, aquí, si bien los personajes son distintos a aquellos que transitan sendas películas mencionadas, un hilo invisible los une de forma tangencial: la soledad intrínseca y un mismo escenario geográfico en el noreste argentino. No en vano, el personaje que interpreta Cecilia Rossetto canta, en tono desgarrador, acerca de un reposo vertiginoso y la sombra alerta.
El director (nativo de Puerto Iguazú, Misiones) reconstruye la realidad de esta pareja de más de 40, que llevan casi una década de casados y no han podido cumplir el sueño de la paternidad. “Lejos de Pekin” es una película reflexiva, que exhibe problemáticas habituales de pareja, posándose en los personajes interpretados por Javier Drolas y Elena Roger, mixturando certezas y dudas acerca de la revelación de un deseo que desnuda miedos solapados.
Nos encontramos frente a un relato intimista, que hace foco en una relación detenida como el paso del tiempo: el desarrollo del contexto dramático se desarrolla, casi sin manipulación temporal, a lo largo de una noche pondrá de manifiesto la concreción de un mandato social, como disparador de toda aquella inestabilidad emotiva que subyace al pasado que todo se lleva. Como la lluvia y aquel abrazo.