Las mujeres llegan tarde

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Obsesionadas por el dinero ajeno

Con un elenco envidiable, encabezado por Marilú Marini y Erica Rivas, la opera prima de Mariana Balza transcurre en un hotel de mala muerte donde distintos personajes se cruzarán y cambiarán sus destinos.

Seductor título lleva la opera prima de Marcela Balza, que ya de por sí permite un montón de interpretaciones. Excelentes actrices tiene para ofrecer una trama donde el thriller y el policial, con el consabido dinero de por medio, actúa como disparador argumental y obsesión casi enfermiza pero también necesaria para los personajes. Sin embargo, en su primer tercio, Las mujeres llegan tarde tiene a Miguel (Rafael Spregelburd) como protagonista, un marinero con un montón de dólares encima, que decide alojarse en un hotel de la provincia de Buenos Aires, cuyas dueñas (Marilú Marini y Erica Rivas) no disimulan que el lugar se encuentra en plena bancarrota económica. Buen comienzo para una película de estas características, donde el dinero es el leitmotiv de la historia, como ocurre en infinidad de policiales. Sin embargo, otro personaje, que ya había aparecido al principio (encarnado por Andrea Prieta) reaparecerá en la última parte del film, acaso buscando a Miguel, tal vez obsesionada por el dinero. O por las dos cosas al mismo tiempo.
Las mujeres llegan tarde tiene el esqueleto argumental de un thriller clásico, con alguna reminiscencia de Las diabólicas (1952) de Henri Clouzot, en cuanto a las decisiones que deberán tomar dos mujeres para obtener un botín ajeno. También, en alguna escena aislada, la película puede resultar atractiva por la captación de ciertas atmósferas enrarecidas y asfixiantes, ya que una buena parte de la trama transcurre en ese hotel decadente. Pero el opus inicial de la joven cineasta descansa placenteramente en diálogos solemnes y sentenciosos, en declamaciones estentóreas y en una historia que no se anima a desnudar las flaquezas y debilidades de los individuos cuando se encuentran azarosamente con el dinero de otro. En ese sentido, y pese a que no resultaría conveniente recordar demasiado a la maravillosa La parte del león (1978) de Adolfo Aristarain, que narra una historia similar, Las mujeres llegan tarde es una película que en ningún momento consigue captar los climas del thriller clásico. En este punto, el más débil y al mismo tiempo el que hunde a la película en forma definitiva, la historia pierde interés y los personajes, en un principio atractivos como modelos genéricos, terminan resultando insulsos, sin matices, invadidos por la presuntuosidad que le ofrecen las líneas de un guión deshilachado. Reconocidos nombres aparecen en roles secundarios y episódicos (Amigorena, Pavlowsky, Gusmán, Pfening), rodeando a las tres mujeres protagonistas, que de manera esforzada y titánica hacen lo posible por ir más allá de aquello que les entrega una película fallida y con muchas zonas inestables.