Las horas más oscuras

Crítica de Tomás Ruiz - EL LADO G

Una excelente manera de relatar uno de los sucesos más importantes de la historia. Con una calidad tremenda en los diálogos, y una mano cinematográfica impresionante para llevarlo a la pantalla.

Nominada a seis premios de La Academia, ente los que se destacan Mejor Actor y Mejor Película, llega a las salas de todo el país Las horas más oscuras (Darkest Hour, 2017), el docudrama que narra uno de los momentos más complejos de la historia británica con uno de los personajes más emblemáticos del Reino Unido, Winston Churchill. Churchill fue un político y estadista británico, conocido por su liderazgo del Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial y es considerado uno de los grandes líderes de tiempos de guerra y fue primer ministro del Reino Unido en dos períodos: 1940-45 y 1951-55. Dirigida por Joe Wright (Orgullo y Prejuicio, 2005), el cineasta se mete de lleno en la asunción de Churchill como primer ministro británico en el auge de la Segunda Guerra Mundial.

Ambientada en 1940 y protagonizada por uno de los actores más reconocidos a nivel mundial, Gary Oldman, el actor se mete en la piel del ex primer ministro británico, desde su momento de asunción al poder, hasta la resolución de uno de los momentos más duros y hostiles de la historia mundial. Churchill deberá entonces explorar la posibilidad de un tratado de paz con Alemania, o ser fiel a sus ideales y luchar por la liberación de Europa.

Con un brillante guion, escrito por Anthony McCarten (La Teoría del Todo, 2014), la película es una excelente manera de relatar uno de los sucesos más importantes de la historia. Con una calidad tremenda en los diálogos, y una mano cinematográfica impresionante para llevarlo a la pantalla, la forma de contar estos hechos hacen que no queden ningún tipo de dudas acerca de locaciones, momentos temporales, posiciones políticas y posiciones frente a la inminente guerra. Si bien el ritmo es lento y el corte termina siendo un poco más largo de lo que debiese, la peli no deja cabos sueltos y explica absolutamente todo, para que no haya baches en la historia. Es más, si se quisiera, esta película podría verse como una precuela de Dunkerque (Dunkirk, 2017), la cinta también nominada al Oscar dirigida por Christopher Nolan, porque cuenta absolutamente todos los trasfondos de aquella película.

La interpretación de Gary Oldman es simplemente brillante. Más allá de la transformación física con la que sorprende a todos con excelente trabajo de los maquilladores al lograr la semejanza, la forma con la que Oldman habla, se mueve y las expresiones faciales son mucho más valorables. Churchill era muy conocido por su extraña forma de hablar, algunos se burlaban y otros ni lo tomaban en serio y el actor se encarga de transmitir esas mismas sensaciones a los espectadores.

Hay algunos papeles que dan la sensación de que podrían haber ocupado un tiempo mayor en pantalla con más de desarrollo. Estos son los casos de Lily James (Downtown Abbey) y Kristin Scott Thomas (The Old Lady), quienes personifican a la asistente personal de Churchill, Elizabeth Leyton y a su esposa Clementine respectivamente. Ambos personajes son claves en el crecimiento que Churchill y se podría haber hurgado más en sus relaciones. El resto del elenco, está bien elegido y muy bien interpretado, pero en una clara elección de importancia, estos quedan en un segundo o hasta tercer plano, el director no “pierde” tiempo en desarrollar otro personaje que no sea el del protagonista, ni siquiera el del propio Rey George (Ben Mendelsohn).

Difícil es saber si Darkest Hour podrá consagrarse como mejor película, sobre todo porque es una adaptación de una historia real y por la calidad de sus rivales, pero lo que está seguro es que el premio al mejor actor no va a estar nada sencillo ya que hay muy buenos trabajos, aunque no caben dudas de que Gary Oldman, el ex-Comisionado Gordon, tiene varias chances de quedarse con el galardón.