La villana

Crítica de Fernando Juan Lima - Otros Cines

Tras su estreno mundial en el marco de las Funciones de Medianoche del último Festival de Cannes y de su reciente paso por Mar del Plata como parte de una amplio foco y movida promocional del cine coreano, se estrena comercialmente en Argentina esta nueva película del talentoso director de Confesiones de un asesino (2012), que tiene a una misteriosa joven (Kim Ok-Vin) como una auténtica máquina de matar. Un film construido con indudable virtuosismo narrativo y formal, pero que no cae en la vuelta de tuerca innecesaria ni el regodeo caprichoso.

La acción arranca de manera frenética con una joven formada en China que (todavía no sabemos por qué) se pelea y termina con la vida de varias decenas de personas que, por el atuendo, parecen mafiosos. Como en Hardcore: Misión extrema, del ruso Ilya Naishuller, la acción comienza con una larga secuencia con cámara subjetiva en la que vemos el martillo en la mano de la protagonista y los puños, piernas o el elemento del que se valga para la lucha. Así hasta que le pegan y se golpea con la cara en un espejo. Será mirarse y cambiar el punto de vista. Pero la acción no cesa.

Lo que comienza como una historia de venganza, muta cuando una agencia (¿para?)estatal coreana atiende a sus habilidades para la acción y la recluta, la secuestra, a fin de someterla a un entrenamiento riguroso. Parte de la abducción tiene que ver con un estricto control que incluye una vida como actriz de teatro y una pretendida relación amorosa que no es sino una herramienta de vigilancia.

Podemos imaginar cómo termina esa relación (principio básico robado de la comedia romántica), pero no todas las vueltas de tuerca de una trama que sorprende, pero no se complica innecesariamente. Tal como sucede con las peleas, en todo momento se entiende lo que estamos viendo; las sorpresas no son fruto del capricho o la traición a la lógica del relato. Otro hallazgo del cine de género coreano. Y van...