La vida secreta de tus mascotas

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Risas al servicio del amo

La vida secreta de tus mascotas es una desopilante propuesta animada que indaga en lo que hacen los animales cuando sus dueños no están.

Desde el título mismo que le puso Illumination Entertainment (la productora que creó a los Minions) queda en claro que las mascotas tienen una vida secreta. Los animalitos caseros no se quedan toda la hora acostados frente a la puerta mientras esperan que sus amos vuelvan del trabajo, sino que llevan una vida bastante parecida a la de un adolescente cuando queda solo en casa.

La desopilante La vida secreta de tus mascotas, dirigida por Chris Renaud y Yarrow Cheney, tiene como protagonista principal a Max, el perro más afortunado de Nueva York, un terrier petiso y mimado que vive con su joven dueña Katie, quien todas las mañanas lo deja solo porque tiene que salir a hacer sus cosas.

El primer inconveniente surge cuando Katie trae a vivir a casa a Duke, un perrote mechudo de color café que fue abandonado. Y ese enfrentamiento entre los dos perros de distintas razas es también el primer acierto del filme. Es muy gracioso ver cómo Max se muere de celos y cómo empiezan a marcar territorio mientras rompen todo. Este primer momento tiene timing y la dosis justa de gags para despertar la carcajada.

El segundo inconveniente surge cuando Max y Duke se pierden en la ciudad y van a parar a un callejón sin salida donde son interceptados por unos gatos pendencieros. Y no sólo eso: al huir de las garras felinas son atrapados por el control animal, lo que da pie a la aparición de los otros personajes, los verdaderos enemigos: un conejo pequeño secundado por un cerdo, una iguana, un gato y un bulldog con bozal.

La historia se transforma en una aventura imparable y efectiva, y desata una catarata de chistes infalibles a cargo de una fauna tan simpática como bizarra. La caterva de animales malos (“los desechados”) vive en las cloacas de la ciudad y se alimenta del odio contra los humanos. Es así que queda diseñada una suerte de lucha de clases animal que enfrenta a las cómodas mascotas que viven felices con sus dueños y los marginados que no tienen cabida en ese mundo.

El problema del filme radica en que se trata de una propuesta inofensiva que amaga con tomar una actitud combativa pero termina tomando el camino del conservadurismo más naif y reaccionario, ese que se conforma con la comodidad del hogar burgués.

Para tener en cuenta y llegar temprano a la sala: la película empieza con un divertido corto protagonizado por los minions.