La vida que te agenciaste

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Cuenta una leyenda, que durante los años noventa, un grupo de poetas, y de locos, que recién asomaban su juventud a la noche, la ciudad, el alcohol y la poesía, crearon una de las míticas revistas literarias, la “18 whiskys”, revista que proponía un nuevo posicionamiento de la escritura.
Pero esos volúmenes, de los cuales sólo se editaron dos números, lo que alimenta aún más el mito, pudieron generar una serie de situaciones extra revista, en la que la periferia de ésta, incluía maratones de tomar hasta quedarse ciegos, recorridas hacia los bares más celebrados del momento y una explosión de letras y poesía como hasta ese momento no había sucedido.
“La vida que te agenciaste” (2018) va detrás de ese grupo, de la mano de Mario Varela, quien participó de la cofradía, se desandan los pasos actuales de cada uno de los miembros, su universo, su relación con la literatura en el presente, y, desde el archivo, se pone en imágenes aquello que la palabra actual enuncia.
Con una estructura diferente, en la que la entrevista tradicional deja el lugar a la charla de amigos, desordenada, verborrágica, explosiva, tal como vemos en archivo, y la reinterpretación de poemas claves de los autores, en recreaciones con ellos mismos, la película avanza y entretiene.
Con un potente arranque, con escenas en las que se ve a Varela y algunos de los participantes en montañas, luego el blanco y negro del archivo, más una extensa caminata dialogada entre Fabián Casas y Varela, comienzan a plantear el micro cosmos que la “18 whiskys” evidenció en papel, pero que sólo fue un jirón, un pequeño retazo, una muestra de algo mucho mayor.
En tiempos en los que las utopías son pisoteadas por la derecha, que descree de la cultura, y mucho más de la poesía, esa hermana menor de la literatura, Casas, Daniel Durand, Laura Wittner, Juan Desiderio, Darío Rojo, Teresa Arijón, y Rodolfo Edwards, entre otros, vuelven sobre sus pasos para reconstruir una historia oral sobre el Buenos Aires de la literatura, de los eventos y happenings improvisados, en los que todo era posible.
Película de nicho, que busca abrirse a todos para potenciar su mensaje, la pesquisa sobre uno de ellos, Durand, que vive actualmente en Filipinas, termina por convertir a Varela en un rastreador del universo lingüístico, en un antropólogo del pasado, que en el presente, resignifica palabras y musicalidades.
“La vida que te agenciaste”, aún con sus fallos, se permite construir algo diferente en el panorama del cine nacional, tal vez como espejo de aquello que configuraron en los noventa, poetas explosivos, únicos, que en el rally de whiskys, encontraron su manera de pararse frente a un sistema que les exigía su inmediata incorporación, pero que con habilidad, y trabajo en conjunto, pudieron escapar, al menos por un tiempo, de obligaciones y rutinas.