La vida de alguien

Crítica de Guillermo Colantonio - Fancinema

Melancolía para principiantes

Los resultados de una película inspirada en una banda o en un músico pueden ser disímiles y dependen en gran medida de la pericia del director para contagiarnos, deslumbrarnos o dejarnos afuera. La vida de alguien parte del grupo uruguayo La Foca, pero la historia es tan débil que, en todo caso, se podrán disfrutar algunas canciones pero con la sensación de que es lo único que queda.

Si en las películas anteriores de Acuña los diálogos funcionaban, acá el problema es que están en reiteradas oportunidades tapados por temas musicales. Es indudable que al director le gusta representar el imaginario indie al cual homenajea, no sólo con las canciones sino con los modos de vida y las formas que elige para filmar, deudoras de cierta estética videoclipera alternativa.

La historia se centra en Guillermo, un joven músico, cuyo anhelo es reflotar una banda de rock luego de ocho años. Uno de los fundadores ya no está, ha desaparecido misteriosamente en un viaje a Europa. El recuerdo de ese episodio es una marca para el protagonista que teñirá de miradas perdidas al vacío todo el film. A ellos se les suma Lucía, una chica a la que ha conocido a través de unas clases. El gran problema de esta historia es que cada vez que arranca vuelve a caer en el mismo círculo vicioso de la indefinición. No sabemos si el film es una excusa para desplegar un soundtrack (los números musicales cansan; si uno no entra en ese estilo queda afuera) y en el peor de los casos vemos un cúmulo de muchas otras historias independientes americanas. Además, el abuso de la cámara lenta también la torna monocorde.

La supuesta impronta nostálgica que se la ha atribuido al film queda sostenida por la elección del rodaje en 35 milímetros (se agradece). Sin embargo, allí donde algunos ven nostalgia tal vez se confunda con la abulia característica (ya una pose) de gran parte del Nuevo Cine Argentino de niños mayores insatisfechos. Es el otro costado del fundamentalismo actoral, el que contrapone a los excesos emocionales la eterna apatía adolescente.