La vida de Adele

Crítica de Roger Koza - La Voz del Interior

La película empieza en un universo simbólico ya transitado por Abdellatif Kechiche. La primera escena relevante tiene lugar en un colegio público durante una clase de literatura. La predilección por Pierre de Marivaux ya estaba presente en Juegos de amor esquivo. Aquí, los alumnos discuten ciertos pasajes de La vida de Mariana. El profesor interroga a sus alumnos: ¿existe alguna lógica secreta por detrás del amor a primera vista? Tal vez la inquietud de saber si se trata de azar o predestinación carezca de importancia vital, pero el filme juega una carta mayor con la que insiste en algo distinto: el lugar de cada sujeto en una sociedad específica y cómo los sujetos, si es que pueden, son capaces de saltar las restricciones de su origen social.

Adèle proviene de la clase trabajadora y vive en las afueras de París. Estudiar no es solamente una obligación y una condición necesaria para el ingreso al mercado laboral; estudiar es también estudiarse. Su deseo es convertirse en maestra de jardín de infantes. Le gusta trabajar con niños y también le apasiona la literatura.

Otra cosa que aprenderá mientras estudia es que no le gustan los chicos sino las chicas, y en parte La vida de Adèle consiste en observar el descubrimiento de su protagonista de que su deseo no corresponde al estándar de erotismo de su sociedad. La salida del clóset, por otra parte, no es equivalente para todas las clases sociales, una lectura que Kechiche, más que insinuar, subraya. Después de intentar una relación con un chico, Adèle conocerá a Emma, artista plástica, un poco más grande que ella. La identidad lésbica ya asumida de su primer amor es un rasgo entre otros; más importante es la pertenencia de clase.

Ver los estadios de un romance pocas veces resulta tan conmovedor: la seducción, la pasión y la disolución no son conceptos que se enuncian sino que adquieren existencia en imágenes. Las escenas lésbicas son puro erotismo, pero poco tienen que ver con el porno y el voyerismo: el derecho al placer corporal y la satisfacción de estar con otro que se ama trasciende aquí la elección sexual de los personajes. Es una afirmación de la vida.

La cámara de Kechiche se mantiene frontal y siempre cerca de Adèle, como si de ese modo su energía vital se introyectara al lente. Los planos cerrados instituyen una experiencia de intimidad. Es un método de aislamiento por el cual experimentamos en ella el mundo que la rodea.

Al comienzo Emma cita a Sartre: "La existencia precede a la esencia". La cita es pertinente para afirmar la plasticidad de la naturaleza (y sexualidad) humana. En sus decisiones los hombres y las mujeres asumen quiénes son. El filme agrega algo más. La naturaleza humana también se define por la pertenencia de clase, diferencia que incluso puede interceptar la evidencia del amor físico y el placer que se siente al lado de un extraño.