La teoría del todo

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Con la proximidad de la ceremonia de entrega de los Oscars se acelera la llegada a nuestras pantallas de las películas más nominadas. Es así que este jueves se estrenan simultáneamente dos obras llegadas de Inglaterra con más de un punto común, lo que no deja de ser curioso siendo el Oscar un típico premio de “los norteamericanos”.
La que aquí nos ocupa tiene cinco nominaciones de las que pueden calificarse, en su mayoría, como principales. “La teoría del todo” (“The Theory of Everything”) compite por las célebres estatuillas en los rubros mejor película, mejor actor y actriz principal, mejor guión adaptado y mejor música.
En varias de dichas nominaciones se solapa con “El código enigma”, el otro estreno inglés que la supera en número de candidaturas (ocho). El actor principal de esta última (Benedict Cumberbatch) ya había interpretado en un film para televisión a Stephen Hawking. Y ahora Eddie Redmayne vuelve a encarnar, diez años después, al mismo y famoso científico. Se trata de una casualidad pero no es la única ya que Redmayne también actúa en “El destino de Júpiter”, otro estreno de esta semana.
Ambos actores dan impecables actuaciones de personajes patéticos pero daría la impresión de que el ya ganador del Globo de Oro volverá a imponerse en los Oscars. Logra transmitir la creciente inmovilidad física que llevará a su personaje a desplazarse en una silla de ruedas y más adelante, perdida el habla, a comunicarse en forma electrónica. Lo sorprendente es que Redmayne no es un artista muy famoso por estas latitudes y en verdad de sus doce films anteriores se lo puede apenas recordar por el personaje de Colin Clark en “Mi semana con Marylin”, Marius en “Los miserables” y como el hijo de Matt Damon en “El buen pastor”.
Felicity Jones es aún menos conocida y aquí hace de la primera esposa de Hawking. Se la vio en “Histeria” (que casi nadie vio en realidad) y no hace mucho en “El sorprendente hombre araña 2 – La venganza de Electra”. Difícilmente le gane a Julianne Moore, pese a que brinda una interpretación notable y lo que se le puede augurar es un futuro artístico brillante y seguramente otras nominaciones más adelante.
Por estar basada en la obra autobiográfica “Travelling to Infinity: My Life with Stephen Hawking” de Jane Wilde, su primera esposa, el guión se ajusta a una visión sesgada y algo esquemática. No se discute su autenticidad aunque quizás hubiese sido preferible un enfoque más personal del director James Marsh.
Cuando se empiezan a manifestar los primeros síntomas de la esclerosis lateral amiotrófica, el médico, que se lo anuncia a Hawking, le da dos años de vida. Se sabe que ese diagnóstico no se cumplió afortunadamente y que desde entonces han transcurrido más de 50 años. El hecho es bastante excepcional pero en la película parece tener poca relevancia. Y ello pese a que, cuando Jane acepta la propuesta de matrimonio, se escucha textualmente: “va a ser una derrota fuerte para todos nosotros”.
El grueso del relato nos muestra a una esposa muy devota que le dio tres hijos y que asiste al deterioro físico del cosmólogo. El otro deterioro, el de la familia a la que ella reconoce como “no muy normal” se va percibiendo a medida que avanza la trama y que lleva ineluctablemente al divorcio. Son destacables los secundarios de Charlie Cox como el maestro del coro “que se va encariñando” con Jane y de Maxine Peake como Elaine, enfermera y luego pareja de Hawking. Los más conocidos Emily Watson y David Thewlis tampoco defraudan como madre de Jane y profesor de la Universidad de Cambridge respectivamente.
Quienes esperen informarse sobre la “teoría” que da título al film probablemente sufran alguna desazón y hasta lo encuentren desacertado, ya que la película no informa demasiado sobre ella. El énfasis de la película está puesto en su famoso libro “Una breve historia del tiempo” que se publicó en 1988 como se muestra hacia el final y del que se llevan vendidos unos diez millones de ejemplares. El libro habla sobre todo de los agujeros negros y el “big bang” y como escribe Hawking, en su prefacio a la segunda edición, “he vendido más libros de física que Madonna sobre sexo”.
Para quien desee profundizar “la teoría del todo” se recomienda “El gran desafío”, que él publicó en 2010 junto a Leonard Mlodinow y cuyo quinto capítulo lleva justamente el nombre de la película.