La teoría del todo

Crítica de Ezequiel Obregon - EscribiendoCine

Una relación particular

Basada en el libro Jane Hawking, La teoría del todo (The Theory of Everything, 2014) es un producto típicamente oscarizable: historia real de superación personal y tono deliberadamente emotivo.

¿Por qué será que con tanta frecuencia llegan al cine historias sobre personalidades célebres que, atormentadas físicas o emocionalmente, nos dejan su legado? Tal vez, porque son relatos que apelan a la identificación por compasión llevada al extremo y eso, en definitiva, opera con lineamientos narratológicos; cualquier vida puede ser tamizada bajo la norma del drama. Sobre todo para los que desde la adversidad (ya sea el caso de un científico brillante, Edith Piaf o Marilyn Monroe) hacen de su propia vida un camino en donde se pierde mucho, pero hacia el final lo que se gana es superlativo. La teoría del todo, desde ese punto de vista, se amolda a la biopic desde el primer hasta el último fotograma

En la película de James Marsh vemos el derrotero de Hawking contado desde el punto de vista de su primera mujer, más algunas incursiones en el ámbito científico. Ambas esferas aparecen simplificadas y se entrecruzan. Y con ello consiguen idealizar la vida de una persona que -para buena parte de los espectadores- se ha prestado de forma políticamente incorrecta a la parodia; el hombre aferrado a la silla de ruedas aparatosa, ese genio que pocos pueden entender pero que, textos de divulgación mediante, se ha ganado el aura del respeto popular.

Como el film se basa en el libro de la primera mujer de Hawking, Jane, las “intimidades” del matrimonio se ofrecen bajo una pátina de pudor por momentos exasperante. La convicción de seguir el romance luego del diagnóstico que dejó a su marido con grandes deficiencias motoras (padece esclerosis lateral amiotrófica), la tentación ante la infidelidad con un “hombre bueno” (como para no dejar al personaje femenino demasiado expuesto) y, claro, el consabido qué dirán; tales son los núcleos abordados en la película. Tanto los trabajos de Eddie Redmayne como Felicity Jones (la actriz del momento) se destacan y hacen más llevadero este film elemental.

En el territorio amoroso, estamos frente a un drama derivativo del melodrama que se sigue sin sobresaltos, con algunas líneas de ambigüedad que se agradecen pero tampoco se exceden de las normas del decoro. Como exploración de una de las mentes del pensamiento universal contemporáneo, La teoría del todo se revela como lo que es: un producto con la calidad de Hallmark Channel pero bastante mejor hecho.