La Sirenita

Crítica de Rodrigo Seijas - Funcinema

MÁS LIBERTAD QUE AUTOMATISMO

Debo admitir que mis expectativas respecto a esta reversión de acción en vivo -concepto algo mentiroso, porque incluye mucha más animación de la que podría creerse a simple vista- eran casi nulas. Entre lo mediocres que vienen siendo estos productos de Disney -que van de la copia carbónica a la actualización woke culposa- y la presencia de Rob Marshall (uno de los grandes destructores de musicales e ilusiones varias de las últimas décadas) en la dirección, no había mucho para ilusionarse. Sin embargo, la experiencia con La sirenita me resultó mucho más rescatable de lo que esperaba.

Quizás me haya favorecido no haber revisto previamente el clásico animado de 1989, que supo iniciar la llamada “era del Renacimiento” del estudio. Sin el recuerdo fresco del original, pude apreciar esta nueva versión sin hacer -no tanto al menos- comparaciones odiosas y con algo más de apertura a las diferencias con su predecesora. Y vaya si La sirenita de Marshall busca diferenciarse, especialmente desde su duración: unos 50 minutos más que la original. De esa manera busca ampliar el espectro dramático del film que, vale recordar, sigue las aventuras de Ariel (Halle Bailey), una joven sirena que, contra los deseos de su padre, el Rey Tritón (Javier Bardem), está fascinada con el mundo de la superficie y termina enamorándose de Eric (Jonah Hauer-King), un príncipe humano.

Dejando de lado su forzada corrección política, con un elenco que pretende ser, a tono con el discurso dominante, una especie de United Colors of Benetton -aunque por suerte no pasa de la meramente gestual-, donde La sirenita 2023 encuentra mayores inconvenientes es en su necesidad de evocar los aspectos y momentos más icónicos del film original. Por eso la primera hora, que acciona como una reproducción técnica de los conflictos ya conocidos, es entre fría y timorata, un revival sin mucho sentido que incluso palidece frente a las ideas visuales y cómicas de la película de 1989. Incluso, sin haber visto el clásico dirigido por Ron Clements y John Musker, se puede intuir como todo es una copia sin mucha inventiva de un material artístico que era mucho más potente.

Es en su segunda mitad que La sirenita 2023 se toma más libertades y sale de la senda de reproducción automática, profundizando en el trayecto de descubrimiento del mundo humano que hace Ariel. Con altibajos, encuentra mayor profundidad dramática y hasta consigue establecer lazos más concretos con las atmósferas del cuento de Hans Christian Andersen, que, por cierto, es bastante oscuro. Allí le da mayor entidad a los dilemas afectivos y morales que atraviesan no solo a Ariel, sino también a Eric, con un mayor realismo en la puesta en escena, pero sin resignar los espacios de la fantasía y el humor.

Esa vocación por darle más desarrollo y capas de sentido a los personajes -también a algunos de reparto, como Sir Grimsby, aunque la villana Úrsula vuelva a tener un final inmerecido- termina justificando, contra lo previsto, la duración de la película. Y hasta le permite arribar a un final ciertamente conmovedor, donde la felicidad se entrelaza con la melancolía. Sin maravillar -y lejos de las cimas alcanzadas por Clements y Musker-, La sirenita de Marshall muestra algo de vigor y con eso le alcanza para ser un entretenimiento decente.