La reunión del diablo

Crítica de Emiliano Fernández - CineFreaks

Entrepiso, por favor...

Considerando que el film precedente en el que estuvo involucrado M. Night Shyamalan fue El último Maestro del Aire (The Last Airbender, 2010), un opus en verdad lamentable, bien podemos afirmar que con este nuevo proyecto el hombre supera obstáculos creativos y recupera algo de la dignidad perdida. La Reunión del Diablo (Devil, 2010) es un producto desparejo que aún así consigue entretener a fuerza de colocar en la misma bolsa elementos tan diversos como el horror de inclinaciones demoníacas, una correcta estética “clase B”, el thriller de entorno cerrado y numerosas referencias a la obra de la inefable Agatha Christie.

La situación la hemos visto muchísimas veces aunque aquí cambia el contexto y el villano principal: cinco personas quedan recluidas en un ascensor, una a una irán muriendo bajo condiciones un tanto extrañas y a fin de cuentas no se puede ser más explícito acerca de quién es el responsable de tales tropelías. Mientras que la prodigiosa Enterrado (Buried, 2010) mantenía la cámara dentro del ataúd defendiendo a pura convicción un formalismo extremo, en esta ocasión por el contrario tenemos un desarrollo paralelo entre el interior y el afuera, con el Detective Bowden (Chris Messina) a la cabeza del operativo de rescate.

Aclaremos que La Reunión del Diablo es el primer capítulo de una futura trilogía que pretende centrarse en acontecimientos sobrenaturales ambientados en grandes urbes: por supuesto que los tópicos ineludibles son la crisis de la estructura familiar y esa clásica redención entre existencial y religiosa (no por nada Shyamalan aporta la historia y oficia de productor). De hecho, pareciera que el realizador John Erick Dowdle, quien poco ha demostrado desde la floja Cuarentena (Quarantine, 2008), no fuera más que un testaferro ya que la película cuenta con la destreza técnica y el pulso narrativo prototípicos del hindú.

Pero los problemas de siempre tampoco faltan en el convite: específicamente estamos hablando del triste desempeño actoral y el recurso redundante de la voz en off, una sonsera mayúscula que en varias escenas adelanta lo que va a ocurrir a continuación. Pese a que el relato carece de originalidad y nada en un sinnúmero de lugares comunes, la propuesta en conjunto se sostiene y atrapa de inmediato al espectador. El guión de Brian Nelson, el de 30 Días de Noche (30 Days of Night, 2007) y Hard Candy (2005), va directo al grano, incluye diálogos concisos y entrega toda la profesionalidad necesaria para dignificar al género...