La reina del miedo

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

¿Qué es el miedo, parece decirnos desde su película Valeria Bertuccelli, que no sea la inseguridad?

En su debut como realizadora -la codirige Fabiana Tiscornia- la actriz de Luna de Avellaneda y Un novio para mi mujer es la protagonista absoluta. Es Tina, una actriz de renombre a poco de estrenar un unipersonal, pero que en vez de dedicarse a full al estreno, se abre, se dispersa ante otras motivaciones. ¿Son excusas? Tal vez. ¿Es la incertidumbre o la indecisión?

Bertuccelli elige empezar el filme mostrándose vulnerable ante un corte de luz en su caserón. No está sola: la señora que trabaja en la casa, duerme detrás de una puerta. Oye ruidos y reclama atención. No sólo de la empleada, también llama a la compañía de seguridad que cuida su casa.

Así, la película comienza casi como una de suspenso, con Tina pareciéndose más a Silvia Prieto, su personaje en el filme homónimo de Martín Rejtman.

Cómo es Tina, al margen de temerosa, lo iremos viendo a partir que transcurra la trama y de las decisiones que tome. Podrá entretenerse hablando por el celular, preocupada por los quehaceres domésticos más que por la puesta en escena de su obra. Al enterarse de que un amigo sufre una enfermedad en Dinamarca, no lo duda y se sube a un avión con destino a Copenhague. Deja así la casa y su jardín en refacción, la obra paralizada. No sabe si su marido se fue de viaje o la dejó.

Tina afronta varios frentes acaso al unísono y no se siente capaz de resolver ninguno. Se muestra resoluta, sí, con un árbol, un cerezo que quiere sacar de su jardín para montarlo en escena en su obra. Pero está en un momento de su vida en el que está más para preguntar que para responder.

Bertuccelli acierta en el traslado de la acción a Copenhague, donde la relación que su personaje tiene con el de Diego Velázquez permeabiliza el suyo al espectador. Y sabemos más acerca de sus deseos que de sus miedos.

Que haya elegido como personaje a una actriz -no importa si exitosa como es Tina, o no- debe haberle servido de plataforma y tal vez de catarsis. Hay mucho de Bertuccelli en Tina, y mucho de Tina en la gente que se involucra en el arte, en el teatro. ¿Tina podría tener otra profesión, y sería lo mismo? Aparentemente, no.

Bertuccelli ha dado un paso firme en una dirección en la que quizá siga sorprendiendo.

Los rubros técnicos tienen una calidad no inusitada en la industria del cine argentino, con Matías Mesa en la iluminación, cámara y steadicam. Mucho de la narración de la película está resuelta, sí, desde los encuadres. Y el final puede dejar desacomodado a más de uno.

Pero seguramente no a Tina.