La posesión de Mary

Crítica de Tomás Ruiz - EL LADO G

En "La posesión de Mary" nada funciona. Ni su premisa trillada, su ejecución lamentable o su elenco con algunas estrellas. Una película lamentable desde el inicio hasta el final.

Escrita por Anthony Jaswinski y dirigida por Michail Goi llega a los cines de nuestro país La posesión de Mary (Mary, 2019), una película de terror que se centra en la vida de una familia que por una cosa u otra siempre ha estado ligada al mar. Como eje central de la trama tendremos en primera persona el relato de cómo dicha familia cayó en la perdición luego de haber adquirido un barco bastante antiguo llamado “Mary” y que muchas bitácoras pasadas muestran que el destino de sus antiguos tripulantes siempre termino siendo el mismo: la muerte. Gracias a Sarah (Emily Mortimer), quien naufragó recientemente, podremos ver qué fue lo que le pasó a su familia y cómo casi todos sus tripulantes terminaron cayendo en la maldición del antiguo navío.

La premisa de esta película no podría ser más simple: un barco embrujado y una familia que lo habita. A partir de allí y habiendo establecido un verosímil bastante frágil, lo mínimo que se le puede pedir a sus realizadores era una buena ejecución y un guion lo suficientemente estable como para no acabar siendo una película previsible y corriente. Pero no sólo estas dos últimas apreciaciones terminan siendo parte del metraje sino que incluso logran superarlas decretando una película que podría tranquilamente ser catalogada cómo una de las peores de la última década. En ésta nada funciona, ni el terror, ni la ambientación, los personajes o las situaciones que van más allá de la realidad. Yendo paso por paso, la cinta en ningún momento logra brindarle ningún tipo de propósito al espectador como para que se interese en la historia que se está contando. El ritmo es lento y su montaje torpe, produciendo un filme totalmente aburrido e insoportable. No contentos con eso, la edición de sonido es paupérrima siendo ésta sólo una mezcla de ruidos fuertes y estridentes como para que el espectador se “asuste” por ellos. Un método anticuado, obsoleto y ridículo que hace valorar cada vez más producciones como Midsommar (2019). En relación a esto último, la calidad de los jumpscares que se intentan generar no podría ser peor, literalmente no hay un solo momento en donde la tensión se haga presente y se pueda jugar de manera efectiva con la cordura del espectador. Todo es obvio, previsible y de muy mala resolución.

Los personajes tienen un problema muy notorio y es que a nadie, nadie de verdad, le podría interesar lo que hacen o dicen porque no se logra construir esa relación con el espectador. En parte por la muy floja escritura de sus diálogos y también en el poco trasfondo que sabemos de ellos cómo para poder empatizar con cada uno de los protagonistas. Al mismo tiempo, las interpretaciones de los actores son cuanto menos pobres. No es comprensible cómo Gary Oldman o Emily Mortimer acabaron en esta producción e incluso ellos mismos, con su basta experiencia y comprobado talento, logran hacer de sus papeles algo, por lo menos, digno. Y si lo de ellos fue malo, lo de los demás es lamentable.

La posesión de Mary es una de esas películas de terror que no provocan sustos, no provocan suspenso ni generan enigmas. Pero sí es una de las que logran que el espectador se pregunte a sí mismo : ¿Por qué la hicieron?