La noche más fría

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Escrita y dirigida por Cristian Tapia Marchiori, Juan Palomino protagoniza La noche más fría, un retrato sobre los sin techo y la importancia de la solidaridad.
Carlos vive en el centro de una plaza donde, de a poco, pudo ir construyendo algo parecido a un hogar. Alguna vez luchó en Malvinas, alguna vez fue marido y padre. Pero un accidente le quitó a su mujer y a su hijo se lo llevaron, aunque él lo sigue buscando incansablemente. Mientras tanto, sobrevive a base de propinas que le dan por barrer algunas veredas y de la solidaridad de quienes lo conocen hace tiempo.

Es invierno y hace frío. Y está solo. Y va a hacer más frío. Carlos entonces planea ir a un refugio porque una noche como esa es muy difícil sobrevivir en la calle, especialmente con su frágil salud probablemente producto de su forma de vida. Pero un altercado lo deja injustamente afuera. Lejos de su lugar, sin la posibilidad de un poco de calor, luchando constantemente por proteger las pocas cosas que tiene.

A través de La noche más fría, Cristian Tapia Marchiori va narrando lo que es vivir a la intemperie, expuesto ante todo tipo de adversidades. Juan Palomino interpreta a este sin techo de un modo contenido pero lo suficientemente expresivo para generar aquello que su personaje va generando también en el relato, empatía. A la larga, a Carlos sólo lo mueve la posibilidad de poder encontrar a su hijo.

La película, que fue rodada en Pergamino, es un retrato intimista, amable pero al mismo tiempo lo suficientemente crudo como para entender lo que es vivir de este modo. La cámara sigue siempre a Carlos, a veces siendo testigo de situaciones que generan impotencia. Desde escenas en que se lo muestra como a una persona que, a simple vista, genera cierto miedo o incomodidad ante gran parte de la sociedad hasta aquellas en la que la gente lo ve como la persona que realmente es, atenta y cargada de buenas intenciones.