La noche del demonio: la última llave

Crítica de Tomás Ruiz - EL LADO G

Para los seguidores de esta franquicia, es una cita obligada de ver, cerrando un gran circulo que inició en la primera entrega y sentando bases para una posible continuación de la saga.

¿Cómo hacer para finalizar una franquicia cuando sus ganancias son muy superiores al presupuesto inicial? Quizás ese sea el problema de los últimos tiempos en la industria del cine. No importa si la historia es repetitiva, carente de alma o ideas, solo interesa recaudar la mayor cantidad de dinero posible y producir hasta el hartazgo. En medio de esto, se encuentra la saga Insidious o mejor conocida como La noche del demonio, una franquicia que comenzó en 2010 de la mano de James Wan (Aquaman, 2018) y que consta en su haber, contando esta nueva entrega, con cuatro películas.

Haciendo un poco de memoria, en las dos primeras películas de Insidious se puede seguir la historia de Josh (Patrick Wilson) y Renai Lambert (Rose Byrne), quienes empiezan a experimentar extrañas visiones tras el coma sufrido por su pequeño hijo Dalton (Ty Simpkins) y se ven obligados a contratar a la experimentada medium Elise Rainer (Lin Shaye). A los largo de estas dos primeras entregas, James Wan logró afinazar, dentro de todo, un argumento sólido y verídico que solo sufría problemas en el desarrollo del tercer acto de ambos films.

La tercera, estrenada en 2015 y bajo la dirección de Leigh Whannell, fue una precuela que narró los orígenes sobre la presencia sobrenatural que asoló a la familia Lambert, donde el protagonismo recayó en Elise Rainier. Luego de una recaudación final que multiplicó por diez su presupuesto inicial, la productora Blumhouse decidió lanzar un nuevo capítulo de la saga. De esta manera, La Noche del demonio: La llave final, llega a los cines de todo el mundo ¿por última vez?

En esta oportunidad, este cuarto film funciona como una secuela directa de la precuela estrenada en 2015. Elisse se enfrentará a aterradoras apariciones que tienen lugar en Nuevo México, lugar de su antigua casa. Con el objetivo de ayudar a una familia recién instalada, que sufre escalofriantes incidentes paranormales, Elise tendrá que enfrentarse a los seres del inframundo que habitan el hogar de su infancia y como si fuera poco, también enfrentará, de esta forma, a los fantasmas de su pasado.

Insidious 4, es dirigida por Adam Robitel y cuenta nuevamente con un guion a cargo de Leigh Whannell, el mismo de todas las películas y director de Insidious 3. En esta nueva historia se aprecia un paso hacía atrás respecto a su cinta anterior. Robitel es bastante adepto a los efectos especiales y genera varias secuencias de gran tensión, siempre desarrolladas en el pasado en donde la ambientación le brinda un plus a la puesta en escena. No tiene el mismo toque con las del presente, siendo mucho más predecibles y cargadas de los tipicos sustos de las películas de terror actuales. El guion no termina de ser algo sólido y por eso no logra escapar del déficit que tuvieron los terceros actos de las entregas anteriores. Una de sus cosas positivas es la conexión que lleva con las demás películas, tapando huecos, cerrando puertas y generando algo de ganas para ver más del universo paranormal.

En cuanto a las actuaciones, solo la protagonista y sus dos ayudantes se salvan. La experimentada Lin Shaye le pone el pecho a las balas y se banca todo con lo que le tiren. Hablando de sus compañeros, estos héroes al estilo Scooby Doo cumplen con su papel de sidekicks a la perfección. El resto del elenco apenas cumple, muchos personajes secundarios solo están para el típico relleno. A pesar de ser una cinta en la que prevalece el género del terror con mayor o menor fortuna, Insidious: La última llave tiene un gran contenido dramático, y en este sentido sorprende bastante.