La nana

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

La vida según la servidumbre

El film comenzó a recorrer festivales hace cuatro años y su director ya tiene una corta pero intensa carrera en Estados Unidos. La actriz principal de la película, gran labor de Catalina Saavedra, ya interpretó quince papeles en cine y televisión luego de su estupenda performance como mucama todo servicio de un hogar de la alta burguesía chilena. Estos datos e informaciones no deberían hacer pasar por alto el estreno de La nana –más que tardío–, que a través de los años se convirtió en el puntapié inicial para que el cine chileno empezara a ubicarse en el inabarcable mercado de festivales.

Con una cámara en mano que recorre los pasillos laberínticos y el jardín de la casa familiar, más una estupenda utilización del espacio y del sonido fuera de campo, Silva narra la melancólica y rutinaria vida de Raquel, mucho más que la empleada doméstica todo servicio del clan burgués trasandino. Un aspecto más que relevante del film es observar cómo Silva bucea en el interior de un personaje que estructuró su vida al servicio de otros. En ese punto, Raquel es una criatura querible y detestable, poderosa pero también supeditada a un reglamento diario, que odia a la hija mayor del clan y hace lo imposible para sacarse de encima a otras colegas elegidas para compartir su rutina doméstica. Allí es donde La nana sintoniza con un film bélico y de batallas constantes, donde Raquel necesita defender su espacio de poder, pequeño pero bien ganado por su experiencia de 20 años con la misma familia.
Otro tema que presenta la película es el conflicto de clases, más aun viniendo de una sociedad donde la división es muy notoria entre ricos de la zona de Las Condes y sirvientes de por vida al servicio de las familias. En este punto, Silva expresa su opinión pero se escapa de manera sutil, no profundizando en exceso una hipótesis de confrontación. Si esta decisión está bien o mal, quedará en la respuesta de cada espectador, aunque en más de una ocasión el rostro triste de Raquel dice más que varios discursos expresados en voz alta.