Mujer Maravilla

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Bajo la dirección de Patty Jenkins, Gal Gadot se pone el traje de la Mujer Maravilla.
Bruce Wayne le envía a Diana una foto antigua que descubrió de ella y una época que se sentía algo lejana de repente vuelve. Ése es el punto de partida para presentar a la Mujer Maravilla: su historia, de dónde proviene y hacia dónde quiere ir. Esta vez es la directora Patty Jenkins (Monster) la encargada de descomunal misión: traer al cine de manera exclusiva a esta heroína de DC para presentarla y ponerla en camino para la próxima película de La Liga de la Justicia, que reunirá a los superhéroes más emblemáticos de ese universo.

Otra de las difíciles tareas la tenía Gal Gadot, mujer que ha sabido coronarse como reina de la belleza en su país de origen pero que a nivel actoral todavía no había tenido ninguna oportunidad valiosa para destacarse. Después de muchos nombres y especulaciones, fue ella la elegida para el papel que hizo famosa a Linda Carter.

La película, luego de esa escena en el París presente, viaja al pasado para presentar a Diana desde pequeña en la isla paradisíaca donde vive junto a otras tantas amazonas, incluyendo su madre la Reina Hipólita. Diana es una princesa pero no quiere sentirse como tal y reniega de la sobreprotección que le brinda su madre, prefiriendo seguir a su tía Antíope (interpretada por Robin Wright) y entrenándose en la lucha.

Cuando Steve (Chris Pine), un piloto y espía, se estrella en la isla, Diana decide irse con él para buscar y enfrentarse a Ares, el Dios de la Guerra. Pronto se ve inmersa en un mundo que le es nuevo y levanta la voz en una época en que a la mujer no se la escuchaba y debía aprender a callarse.

Más allá de ser una película de superhéroes, el encanto de Mujer Maravilla no radica en las escenas de acción, donde se hace uso y abuso de la ralentización (demostrando que Zach Snyder no sólo está presente como productor, sino como clara influencia) en medio de montajes vertiginosos. Tampoco en la gama de sus villanos (Danny Huston, Elena Anaya y uno que no se puede revelar, que sí logra destacarse por sobre el resto).

Diana ve el mundo desde un costado ingenuo e inocente que se complementa con la valentía y decisión con la que sobrelleva sus creencias, eso de defender a los que no pueden hacerlo. La relación que se va generando (y la química que se desprende entre ambos actores) con Steve, que es el primer hombre que ella ve en su vida, es creíble. Personajes secundarios coloridos: la secretaria a la que interpreta Lucy Davis, o uno de los soldados (Ewen Bremner) son otro aporte interesante.

El film se aleja del tono oscuro y solemne de las últimas películas del universo DC, aunque en su último tercio Diana se encuentra con un mundo bastante menos amable del que esperaba. Las escenas de humor -de las que hay unas cuantas-, se perciben frescas, naturales, no forzadas como en Suicide Squad. Parte de ese mérito es del guionista Allan Heinberg, más asiduo a escribir para televisión, por eso quizás tampoco sorprende que, en cambio, en escenas que deberían ser puntos fuertes, como el clímax, éste pierda fuerza.