La luz del diablo

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Desde el estreno de El exorcista (The Exorcist, 1973) en adelante, todo el cine de terror ha intentado hacer películas sobre exorcismos que estuvieran a la altura de ese clásico absoluto. Por supuesto, y como todos sabemos, ninguno logró ese objetivo. Algunos realizaron películas aceptables y la mayoría se quedó en el camino, casi siempre cayendo en un rápido olvido o en la inevitable y desfavorable comparación. Es mejor no guardar esperanzas y tratar de ver con pocas expectativas cada nueva aparición de un film alrededor de exorcismos.

Aquí la protagonista es una monja, la hermana Ann (Jacqueline Byers), una joven de veintipico de año que tiene como vocación convertirse en exorcista. Tiene un pasado traumático y la fe de que en ella habita la fuerza para la tarea. Pero la tradición de la iglesia católica impide que las mujeres lleven adelante esas prácticas, por lo cual, como mucho, solo puede observar las clases donde se prepara a los sacerdotes para dichas prácticas.

Todos sabemos, desde el comienzo, que ocurrirá algo que cambie las cosas. Un caso muy particular en el cual Ann se vea involucrada, siendo ella una posible elegida para resolverlo. Su mentor apoya la posibilidad de instruir a la joven, pero es evidente que la situación es particularmente peligrosa. Como buen film de exorcismo, el diablo entra por la vulnerabilidad de las personas, por lo que es importante el desarrollo de la protagonista por encima de cualquier otra cosa. Sin embargo, todas las cosas innovadoras o interesantes que trae la película se van apagando para ir hacia lo convencional. No es falta de voluntad, es que no es sencillo recorrer caminos tan transitados y crear una obra superior. Algunos actores conocidos como Virginia Madsen y Ben Cross (en su último papel) le aportan algo de interés extra a un largometraje que no está entre lo peor pero que no llega a dar el paso para estar entre los mejores.