La infiel

Crítica de Diego Batlle - La Nación

El director israelí Eitan Tzur, de amplia experiencia televisiva (fue uno de los responsables de la versión original de la serie En terapia ), debutó en el cine con un thriller psicológico que aborda en primera instancia un tema bastante remanido (la infidelidad en el matrimonio), pero que pronto deriva hacia aspectos bastante más inquietantes.

El film arranca con Ilan Ben Natan (Yossi Pollak), un reconocido profesor de astrofísica de 58 años, dando clase sobre las características de las estrellas en la Universidad de Haifa. El protagonista está casado con la bellísima Naomi (Melanie Peres), una ilustradora de libros tres décadas más joven que él. Cuando ella empieza a regresar cada vez más tarde al hogar, su marido empieza a sospechar. Un día, la sigue y descubre que tiene un amante, al que terminará asesinando y enterrando.

Todo eso transcurre en los primeros minutos del film, ya que en verdad la película dedica casi toda su narración a indagar en los efectos de aquel crimen. Si bien siempre está latente la intriga respecto de si el protagonista será descubierto o no (su esposa, en medio de un estado depresivo, empieza a sospechar y, para colmo, su mejor amigo es policía), La infiel termina por convertirse en un implacable ensayo sobre la culpa y la mentira. Y, en este terreno, adquiere cada vez mayor incidencia el personaje (secundario pero vital) de la madre posesiva y manipuladora de Ilan (la veterana y mítica actriz de teatro Orna Porat).

Así, lo que en principio parecía un mero reciclaje del típico triángulo amoroso resulta en definitiva una mirada punzante y despiadada sobre los aspectos más enfermizos y destructivos de una relación de pareja. Una más que digna ópera prima de una cinematografía poco conocida en la Argentina, como la israelí.