La gran noticia

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Humor, coreografías y política

La ubicación histórico-temporal no deja dudas: Portugal, 1974, en las primeras horas de la Revolución de los Claveles que destronó la dictadura de Salazar, que parecía eterna y sin ganas de irse del poder. Pero la mirada no viene de Lisboa sino de un terceto de personajes suizos (periodistas, técnicos) a los que en la segunda mitad del film se les sumará un joven portugués que habla francés.

El director de La gran noticia también nació en Suiza, motivo más que curioso para desentrañar el punto de vista de la historia, que recurre a la comedia como género central con ramificaciones en el musical y el contexto político de ese entonces.
Los primeros trazos de la trama no son los mejores, referidos a la presentación de los personajes y a la importancia que cada uno le da al hecho histórico que toma por sorpresa al grupo. En ese segmento, sin embargo, la película encuentra su tono humorístico que mantendrá hasta el desenlace: desentrañar las diferencias y semejanzas entre Suiza y Portugal, uno tomando en cuenta su comodidad neutral ante un conflicto bélico, y el otro, desde la apatía y la vigilancia permanente que caracterizaba a la dictadura depuesta.
Cualquier paralelismo histórico entre Francia y España (Franco moriría un año más tarde) también es válido para dilucidar a aquella vieja Europa dictatorial y a las jóvenes democracias que triunfaron por aquella década. Pero a La gran noticia no le interesa tanto el contexto y sí instalarse en los primeros días del retorno de las libertades expresivas. Allí, la película se la juega por un tono juguetón donde se deja espacio a un par de coreografías musicales en una transparente invocación al clásico Amor sin barreras (1966).
Esos riesgos temáticos y formales –describir un trama seria con humor e ironía– tiene ecos en un film reciente, Despertando a la vida, uno de los mejores estrenos del 2013, protagonizado y codirigido por Valérie Donzelli. Justamente, ella interpreta a la indócil periodista de La gran noticia. Nada es casual, por lo tanto, en el tono ligero de la película, que hasta incluye un par de ironías sobre la figura y la voz de Carlos Gardel.