La gran noticia

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Cerca de la revolución

La filmografía de Lionel Baier es conocida gracias al BAFICI. Allí pudimos ver varias de sus películas, incluida la notable Un autre homme (algo así como una precursora de la argentina El crítico). Se trata de uno de los directores más interesantes del cine suizo, al punto que ha establecido una compañía con otros colegas como Jean-Stéphane Bron, Frédéric Mermoud y Ursula Meier, quienes no sólo son aquí sus coproductores sino que también interpretan a simpáticos personajes secundarios.

La gran noticia, atractiva combinación entre la road-movie, la screwball-comedy y el drama histórico, tiene a dos protagonistas opuestos entre sí que trabajan para la Radio Suiza a principios de los años ‘70: Julie (la francesa Valérie Donzelli) es una politizada militante feminista que conduce un talk-show sobre el tema; mientras que Cauvin(el también galo Michel Vuillermoz) es un veterano, mujeriego y cínico reportero que se las sabe todas, de esos que viven alardeando de todas las coberturas que ha realizado a lo largo de su carrera (Baier dijo haberse inspirado en el célebre periodista polaco Ryszard Kapuscinski).

Ambos reciben el encargo de viajar a Portugal a bordo de una camioneta Volkswagen acompañados por un conductor y sonidista muy particular llamado Bob (Patrick Lapp). Para paliar los contratiempos que generan las barreras idiomáticas (un recurso humorístico que se repite demasiado), contratan a un adolescente local llamado Pelé (Francisco Belard), que ha aprendido el francés viendo películas de su ídolo Marcel Pagnol y terminará con ellos en plena explosión de la Revolución de los Claveles de abril de 1974.

El director de Como los ladrones (al Este) y Garçon stupide citó a Lubitsch y a Tati (pero también a Demy y Truffaut) como referencias de La gran noticia, una desenfadada tragicomedia que rescata el espíritu de época (la liberación sexual, la liberación política tras una cruenta dictadura) y que se permite jugar con el musical (abundan las composiciones de Gershwin) y la picaresca.

No todas las situaciones son igual de logradas (hay momentos de bienvenido riesgo e inspiración y otros más forzados donde afloran los lugares comunes, el pintoresquismo, el artificio y los clichés), pero el balance final de este nuevo trabajo de Baier es positivo. Un buen motivo para acercarse a la obra de un referente insoslayable del hoy tan de moda cine suizo.