La gran aventura Lego

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

El mundo de LEGO, como el de los Rasti, Mecano y hasta Playmobil (que son de otro tipo), u otro sistema de encastre, siempre ha permitido que los niños activen su costado más lúdico para construir mundos soñados y deseados para así atravesar las aventuras más increíbles, obviamente, alejados de los más grandes. Con ese punto de partida es que “La aventura LEGO”(USA, 2013) captura la esencia de mundos imaginarios creados por los que alguna vez jugamos con estos pequeños mecanismos de encastre daneses, y los pone en la pantalla con la avanzada del 3D y el aval en la dirección de los talentosos Phil Lord y Chris Miller (“Lluvia de Hamburguesas”).
Hay un mundo, autoritario, en el que el malo absoluto de la película (Negocios –Will Ferrel en el original) erige un sistema de control con una sinergia de artefactos (y con límites al mejor estilo muro de Berlín). Desde que un LEGO se levanta hasta que se duerme TODO, absolutamente TODO está digitado. Pero hay una leyenda que dice que si se encuentra la “pieza” de la resistencia, una ancestral reliquia poderosa, ese mundo disciplinado puede cambiar.
Y ahí entrará en la historia Emmet (Chris Pratt en la V.O), un constructor a quien el sistema ha vaciado de ideas y que por casualidad terminará siendo “El Elegido”, el héroe de esta película, en donde el juego y la posibilidad de cambio es lo que impera y se necesita. Estilo Libre (Elizabeth Banks), una maestra constructora, deslumbrará con su belleza e inteligencia a Emmet desde la clandestinidad y lo impulsará a que tome un cambio en su vida para que pueda así tener sus propias ideas (basta de seguir las instrucciones de los manuales).
Claro está que el malvado Negocios no permitirá que de manera fácil le quiten el poder y su imperio, por lo que sacará a relucir una vieja arma letal: EL PEGAMENTO. Es decir, la posibilidad de más unificación y estaticidad. A esta altura ya se dieron cuenta que lo dinámico atenta al orden. Emmet y Estilo Libre lucharán por encontrar el momento de detener al malvado Negocios aliándose con un sinfín de personajes de la cultura popular (Batman, Superman, Linterna Verde, miembros de la saga Star Wars, etc.) que irán aportando ideas para poder superar los obstáculos que les irán apareciendo por el camino.
Las ideas son lo que ayudarán a salir de la dictadura. Las hordas oprimidas necesitan de ideas. Toda una declaración de principios. Y Emmet no tiene muchas, pero intenta al menos rebuscar en su cerebro (una de las mejores secuencias es justamente el viaje a la mente de Emmet) alguna posibilidad creativa que los aleje de la oscuridad y la opresión a la que están siendo sometidos sin siquiera saberlo.
El slapstick y la ironía estallan en la pantalla y hacen que el discurso se dinamice constantemente (Lord y Miller ya demostraron con maestría este tipo de narración en “Lluvia…”) con claras referencias a lo popular y al séptimo arte. El debut en la pantalla grande de LEGO es positivo y genera las ganas de salir del cine para volver a jugar con los ladrillitos, construir algo y bailar al ritmo del pegadizo hit lavacerebros del malvado Negocios “TODO ES INCREIBLE”.