La extorsión

Crítica de Mex Faliero - Funcinema

ESTE ES UN PAÍS DE MIERDA, LA PELÍCULA

Hace muchos años Diego Capusotto tenía un segmento dentro de un programa de radio que se llamaba Hasta cuándo, que era una sátira a lo que en ese momento era Radio 10, emisora muy exitosa por entonces y claramente identificada con un discurso de derecha (ni vale decir las piruetas de nuestro país en estos años, que ahora Radio 10 representa otra cosa y Capusotto, también). En ese segmento, había un crítico de cine que calificaba a las películas no con estrellitas, sino con una escala de “este país es una mierda”. Por ejemplo, una película podía llevarse cinco “este país es una mierda” si no era demasiado buena. Esa definición de la Argentina, muy propia de los sectores más conservadores o de derecha, no se oye en los 105 minutos que dura La extorsión, pero sí se deja intuir en diversas afirmaciones que hacen los personajes, que llaman la atención no por la pertenencia ideológica que busca la película sino por lo forzadas e innecesarias que son. “Eran unos trabajadores del Estado”, dice uno de los personajes después de haber recibido un apriete y una paliza en la puerta de su casa. Hay como una necesidad de connotar que ese clima de corrupción e injusticia que envuelve a los personajes no corresponde solamente al mero juego del género, sino a un país disuelto institucionalmente que habilita la caída en lo más bajo de su sociedad. Eso que está presente casi en todo el recorrido de la película de Martino Zaidelis, sobresale hacia el final cuando la proliferación de giros inverosímiles deja al descubierto la fragilidad del relato.

Antes de eso hay un thriller, bastante bien urdido y profesional, que apuesta a crispar constantemente la narración para llevar al espectador de las narices. Tenemos a un piloto aerocomercial (Guillermo Francella) al que le descubren una infidelidad y un manejo poco claro de sus controles de salud, lo que lo vuelve presa de un grupo relacionado con los servicios secretos que, a cambio de no revelar esos asuntos, lo usan de correo para sacar del país unas sospechosas valijas con destino a Madrid. Es interesante cómo el guion de Emanuel Diez va construyendo a su protagonista, que en un principio actúa por instinto de supervivencia con suma ingenuidad, pero que con el paso del tiempo adquiere un aplomo que le permite encontrar agujeros por donde salir de esa situación apremiante. La extorsión carece casi de tiempos muertos y nos obliga a suspender la incredulidad por el bien del thriller. Hay un suspenso bien manejado y actuaciones sólidas y arquetípicas, que en algunos casos hacen previsibles algunos giros, como en el personaje de Guillermo Arengo.

Si bien La extorsión funciona en su territorio, es una película con poco vuelo (perdonen la figura, va sin intención) formal, lo que la deja en sus mejores momentos apenas como un correcto film de género. Y si decimos “sus mejores” es porque en determinado momento, principalmente su último acto, opta por unas elipsis que desmadran su concentración dramática, y vuelven demasiado laxos los tiempos del relato. Y en esa laxitud surgen resoluciones apresuradas, secuencias sin el mínimo rigor y giros inverosímiles que llevan la película hacia otro lugar. Ya que el contexto lo habilita, usemos una metáfora aeronáutica: El film de Zaidelis parece un avión que no puede aterrizar y comienza a girar en círculo, hasta que se queda sin combustible y se estrella. Aunque en ese recorrido final surge la construcción de un héroe individual por fuera de las instituciones, que en definitiva parecería ser lo que se buscaba discursivamente desde un comienzo. Porque -recordemos- este país es una mierda y al final no queda otra.