La estafa de los Logan

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

La estafa de los Logan es la nueva película de Steven Soderbergh, una comedia atípica en su filmografía que se disfruta por su perfección formal y su humor inteligente.

El estreno de una película de Steven Soderbergh siempre es una buena noticia. Desde su debut con Sexo, mentiras y video (1989), el director de ascendencia sueca demostró que tiene una manera muy personal de ver y entender el mundo, que no coincide con la visión que impone Hollywood. Soderbergh es uno de los pocos cineastas norteamericanos que no renuncia jamás a su libertad creativa, aun cuando trabaje para los grandes estudios.

El caso de La estafa de los Logan es una verdadera sorpresa, ya que Soderbergh hace una película completamente novedosa en el contexto de su filmografía. Si bien ya abordó la temática y el subgénero “robo a bóvedas de bancos y casinos”, acá hace algo parecido y a la vez distinto a lo que hizo en su famosa saga iniciada con La gran estafa (Ocean’s Eleven, 2001).

La estafa de los Logan es una comedia fría como una operación matemática, pero con mucho corazón y alma, cargada de un humor corrosivo, irónico e inteligente, con diálogos que se circunscriben al mundo de sus simpáticos personajes. La estafa de los Logan quizás sea la comedia más amable y subrepticiamente política del año.

Como en La gran estafa, el elenco también está integrado por grandes y reconocidos talentos. Channing Tatum, Adam Driver y Riley Keough como los hermanos Logan están inmejorables. Channing Tatum interpreta a Jimmy Logan, el hermano mayor que, después de ser despedido de su trabajo, decide organizar un atraco a la bóveda del autódromo Charlotte, situado en el estado de Carolina del Norte.

Para llevar a cabo el golpe tendrá que contar con la ayuda de su hermano menor (Adam Driver), un muchacho que trabaja en un bar y que perdió una de sus manos en la guerra de Irak, y de un grupo de personajes marginales, absurdos e inolvidables. Pero el que se roba la película es Daniel Craig, que interpreta a un personaje estrafalario y memorable. Craig es Joe Bang, un especialista en reventar cajas fuertes.

El problema es que Bang está en la cárcel, y los hermanos Logan tendrán que sacarlo por un día y regresarlo sin que nadie lo note. La idea suena delirante e imposible, y Soderbergh se encarga de filmarla con mucha gracia y pericia cinematográfica. El humor se parece, por momentos, al de los hermanos Coen, aunque sin la crueldad ni la violencia que los caracteriza.

La estafa de los Logan es una comedia patriótica sobre la Norteamérica profunda y rural (el personaje de Tatum usa un bóxer con los colores de la bandera de Estados Unidos, por ejemplo), donde la suerte se revierte y cae del lado de los desgraciados, de los desafortunados, de toda esa fauna white trash que escucha música country y a la que los poderosos y políticos de turno siempre le dieron la espalda.