La espuma de los días

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

El estilo Gondry en su forma más vacua

Basada en la novela homónima de Boris Vian, La espuma de los días es un exponente del estilo Gondry (Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, El Avispón Verde) en su forma más vacua. La historia del primero feliz y luego desafortunado amor de Colin y Chloé en París es relatada con exceso de adornos visuales y de esa imaginación escenográfica que tan renovadora fue en los fundamentales videoclips del director. Las ocurrencias, las supuestas gracias, las excentricidades, se acumulan sobre una base narrativa de una debilidad y una autoindulgencia muy evidentes. El resultado es una película tan artificial como decorativa, tan agotadora como fallida en su pretendida poética surreal. Los actores siguen la lógica y se suman a la propuesta con gestos ostensibles y de sutileza ausente: la mandíbula de Romain Duris y las pestañas de Audrey Tautou trabajan en demasía.