La esposa

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Glenn Close es la pareja de Jonathan Pryce, un escritor ganador del Nobel, en este intenso drama intimista.

Si bien dicen -ahora, en estos tiempos, habría que revisarlo y ver si no es al revés- que detrás de todo gran hombre siempre hay una gran mujer, La esposa pone en la pantalla cómo alguien puede sacrificar sueños propios y anhelos irrealizados en pos de que su cónyuge sí los consiga.

Claro. Todo tiene un límite.

Joan Catleman (una como siempre espléndida Glenn Close) lleva cuarenta años de matrimonio con Joe Castleman (Jonathan Pryce), un escritor afamado. Una mañana reciben un llamado telefónico. Están en la cama. Del otro lado de la línea del teléfono fijo le dicen a Joe que sí, que ha ganado el Nobel de Literatura.

Así que allí parten, a Suecia, luego de una pequeña recepción, una reunión con amigos y periodistas. Algo no parece andar del todo bien en esa relación. Pero puede ser una mera intuición.

Lo cierto es que cuando llega el momento de recibir la distinción, aparece, más que un reproche, un secreto. De esos secretos que pueden desestabilizar cualquier relación.

Además, un periodista (Christian Slater) que está detrás de Joe para escribir su biografía (no autorizada), viaja a Europa en el mismo vuelo que ellos y su hijo. Y está al acecho.

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Muy buena

Crítica de “La esposa”: Detrás de un gran hombre hay una gran mujer (o al revés)

Glenn Close es la pareja de Jonathan Pryce, un escritor ganador del Nobel, en este intenso drama intimista.

Desafiante. Close y Pryce: él va a recibir el Premio Nobel de Literatura. Ella tiene algo que recordarle. FOTO: BF París

PABLO O. SCHOLZ

 12/09/2018 - 18:26Clarin.comEspectáculosCine

 

Glenn CloseCríticas De CineSpot

Si bien dicen -ahora, en estos tiempos, habría que revisarlo y ver si no es al revés- que detrás de todo gran hombre siempre hay una gran mujer, La esposa pone en la pantalla cómo alguien puede sacrificar sueños propios y anhelos irrealizados en pos de que su cónyuge sí los consiga.

Claro. Todo tiene un límite.

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Joan Catleman (una como siempre espléndida Glenn Close) lleva cuarenta años de matrimonio con Joe Castleman (Jonathan Pryce), un escritor afamado. Una mañana reciben un llamado telefónico. Están en la cama. Del otro lado de la línea del teléfono fijo le dicen a Joe que sí, que ha ganado el Nobel de Literatura.

Así que allí parten, a Suecia, luego de una pequeña recepción, una reunión con amigos y periodistas. Algo no parece andar del todo bien en esa relación. Pero puede ser una mera intuición.

Lo cierto es que cuando llega el momento de recibir la distinción, aparece, más que un reproche, un secreto. De esos secretos que pueden desestabilizar cualquier relación.

Además, un periodista (Christian Slater) que está detrás de Joe para escribir su biografía (no autorizada), viaja a Europa en el mismo vuelo que ellos y su hijo. Y está al acecho.

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La esposa es un filme más que de suspenso, pero también tiene un costado intimista dentro del drama que relata. Joan fue discípula, alumna de Joe. Cómo ese vínculo fue mutando hasta llegar a ser lo que es hoy es otro tema.

El filme de Björn Runge se parece a muchos otros que han contado más o menos lo mismo, y que no vamos a delatar ni spoilear aquí.

La indeterminación de Joe cuando llega el momento de los equívocos tiene en Pryce a un intérprete talentosísimo. Y Joan, que se venía guardando lo que se venía guardando, encuentra en Close a esa mujer que, más que arrodillarse, parece agazaparse.

El duelo interpretativo entre Close y Pryce es para no perdérselo. No es un filme teatral, sí un película en el que los actores pueden lucirse porque la carga emotiva está allí, en sus demostraciones de afecto, de miedo y de amor.