La espía roja

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Así como cada tanto aparecen vecinos con un pasado criminal inimaginable, algo de esto ocurrió en Bexleyheath (Londres), cuando una mañana, la del 11 de setiembre de 1999, una guardia de periodistas esperaba en el jardín de entrada de su casa que saliera Melita Norwood, que había sido espía para los rusos entre 1937 y 1973.

Las diferencias de la película que estrena hoy con la historia real es que Melita Norwood había sido formalmente reclutada por la KGB, y aquí al personaje -llamado Joan Stanley- se lo pinta con un altruismo tal que justifica el robo y traspaso de la información (secretos de Estado) a la Unión Soviética en pos de impedir que se desatara una guerra nuclear…

La película del veterano Trevor Nunn (79 años ya, director de Lady Jane, y también, músico y productor musical) va y viene en el tiempo para contar la historia de Joan, que es interpretada en la actualidad del año 2000 por Judi Dench, y en su juventud por una mucho más impulsiva Sophie Cookson.

Claro que para acomodarse a los parámetros del thriller, hay una subtrama de amor entre Joan y Leo Galich (Tom Hughes, quien, atención, será Corto Maltese). El, joven comunista, rojo como la sangre de sus venas, fingirá o no estar enamorado de esta física que estudió en Cambridge, para obtener cierta información crucial para que los soviéticos pudieran construir su propia bomba de plutonio.

“Mi pequeña camarada”, le dice Leo cada vez que se (re)encuentra con ella. Lo cierto es que Joan es más buena que el pan, que Lassie y que cualquier ciudadano británico que honre a su país. Como Joan cree que ha hecho pasándole data a los rusos.

El filme se sigue con atención, entre tantas idas y vueltas, y al final uno termina descubriendo que Sophie Cookson trabaja mucho más que Judi Dench, aunque la ex M de las últimas películas de James Bond tenga los mejores momentos.

O será que los brinda, porque la letra no siempre la ayuda, y es solamente cuestión de temple, talento y presencia.

La música, un tanto melosa de George Fenton, acompaña los momentos más melodramáticos de este thriller, que sin ser totalmente fidedigno a la historia en la que se basa, le alcanza para mantener la curiosidad del espectador por cómo se irán desarrollando las acciones.