La era del rock

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Es sólo rock’n’roll

Con varios cambios respecto al musical original, Cruise gana protagonismo, canta y es lo mejor que se ve en pantalla.

Si de una obra de teatro pueden hacerse diversas adaptaciones al llevarse al cine, lo que han hecho con Rock of Ages , el musical de Chris D’Arienzo que arrancó en Los Angeles en 2006 y siguió hasta aterrizar en Broadway y en el West End londinense, plantea preguntarse por las necesidades de llevar adelante cambios tan -perdón- radicales.

De acuerdo, aquí no debemos ser muchos los que lo vimos, pero cuando en Hollywood decidieron comprar los derechos y realizar el filme no habrán pensado en el público argentino sino en el norteamericano, que sí lo vio. Sería agotador marcar cada una de las mutaciones, pero si un personaje protagónico rompe con su novia porque descubre que ella se acostó con una estrella de rock, resulta curioso que en la adaptación ella no tenga relaciones con el rock star y el novio la deje porque cree que sí. De ahí en más, lo que pasa por la mente de los personajes no es lo mismo.

Pero vayamos a la película, que es la que se estrena. Sherrie, la chica, baja del ómnibus en Los Angeles desde Oklahoma y le roban el equipaje. Casi sin un dólar, se encuentra ante el mítico The Bourbon Room, un local donde las bandas han dado recitales memorables. Ah, ella quiere ser cantante de rock, es 1987 y el chico que le consigue trabajo como mesera en el Bourbon (Drew) es el que después la abandona.

Bueno, ella le dirá a Stacee Jaxx, el famoso cantante con algo de Axl Rose (Tom Cruise), que “cuando murió mi hámster tu música me consoló”. Así que cuando Stacee llegue para actuar antes de que probablemente cierren el lugar que regentea Dennis (Alec Baldwin), en fin, no pasa lo que pasa en el teatro.

La película se ha armado alrededor de Cruise, convirtiendo al filme en coral y no con uno o dos protagonistas casi excluyentes. Y a decir verdad, lo bien que lo hicieron. Porque es Cruise el mejor de los que están en pantalla. El actor se viene reinventando desde hace un tiempo, haciendo papeles tan disímiles como el de Una guerra de película o éste, que lo obliga a cantar. Y por cierto que lo hace muy bien.

Como soporte, aunque debía ser más potente, Alec Baldwin como el dueño del lugar cumple, algo que no puede decirse de Russell Brand, como su mano derecha. Paul Giamatti se repite como el productor musical ambicioso, lo mismo que Catherine Zeta-Jones. Sus personajes no eran así en el original, pero ya dijimos que ésa es otra historia.

Nos falta hablar de los protagonistas. Drew ya no es Constantine Maroulis, de American Idol , sino el mexicano Diego Boneta, que no está mal, pero tampoco da como para aplaudirlo. Y como Sherrie, es llamativo que Julianne Hough, dos veces ganadora de Bailando con las estrellas en la TV estadounidense, aquí tenga que cantar.

Adam Shankman, que además de dirigir Niñera a prueba de balas es coreógrafo, ya había llevado Hairspray al cine. Homenaje al Glam metal, se ve que por una cuestión de derechos quedaron afuera varios temas del musical original. No están Too Much Time In My Hands , de Styx, ni Cum On Feel the Noize (de Slade). Si una canción del comienzo la pusieron al final, y ahora la canta otro personaje, tampoco debería llamar la atención que la película la hayan rodado en Florida haciéndola pasar por Hollywood.