La era del rock

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

La era del rock comenzó como un musical de Broadway que utilizaba conocidísimas canciones del rock de los ochenta para contar una historia de amor, triunfo, decepciones y reencuentros. Su traspaso al cine podía resultar en objeto de museo o en divertida fábula con guitarras y pelos al viento. Por suerte, el director Adam Shankman consiguió inclinar la balanza hacia la segunda opción, hacia el cuento con final feliz, moraleja y un sentido del ridículo y la diversión apropiado para las canciones al frente del relato.

Todo empieza en un ómnibus de larga distancia que traslada a la pueblerina Sherrie (Julianne Hough) hasta el corazón de la movida del hair rock, el Sunset Strip de Los Angeles. Allí comienza un largo número musical, pura energía para sacudir las oxigenadas cabelleras, que servirá de presentación para otra parte del elenco: el joven Drew (Diego Boneta), un aspirante a cantante que trabaja en el backstage del bar Bourbon Room que manejan Dennis (Alec Baldwin) y Lonny (Russell Brand). Centro neurálgico para todos los fanáticos del rock de Def Leppard, Joan Jett, Journey y Bon Jovi, cuyas canciones aparecen en la película, el bar necesita de una nueva moza, puesto perfecto para la rubia Sherrie que Hough interpreta con corrección, aunque su falta de experiencia la haga palidecer -lo mismo ocurre con el méxicano Boneta-, frente al carisma de Baldwin y Tom Cruise. Este logra una de sus apariciones más divertidas de los últimos tiempos: parece que cuando le toca correrse del lugar de protagonista absoluto del film, el gran actor de cine que es Cruise se anima a divertirse y termina por robarse la película. Aquí interpreta a Stacee Jaxx, un dios del rock que tiene a un mono como mejor -y único amigo-, desconoce la existencia de las camisas y vive dominado por sus excesos y su manager, papel a cargo del siempre interesante Paul Giamatti.

A pesar de su previsible guión y el par de villanos de caricatura que interpretan Catherine Zeta Jones y Bryan Cranston, La era del rock logra ser algo más que artefacto retro: logra ser una película entretenida.