La cima del mundo

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

“La Cima del Mundo” nos ofrece un peculiar ejercicio documental que demandó años, un proceso laberíntico de improvisación y transformación constante que la aspirante a artista protagonista de esta historia y su directora transitan, a lo largo de años. Proyectado en la Sala Lugones del Doc Buenos Aires durante el 2019, así como en el Festi Freak de La Plata en su última edición presencial, el film retrata el vínculo entre una madre con su hija, quien está atravesando la transición entre la adolescencia y la adultez con el impostergable anhelo de un sueño por cumplir: la identificación del llamado de la vocación, es un aspecto con el cual el espectador podrá empatizar. A la par que el vínculo de las protagonistas se transforma, también lo hace la identidad recobrada de este lugar en el mundo en donde nos es placentero estar.
El recorte de un personaje real para llevarlo al plano ficticio y la permanente meta-referencia sobre este vínculo auténtico convertido en ficción audiovisual, son los principales factores que difuminan las barreras entre lo concreto y lo ilusorio, siguiendo el rastro de esta intimista exploración de un retrato que ahonda en el vínculo materno filial. No exento de dobleces emocionales, se visibiliza el análisis de los roles al punto de estos confundirse: debatiéndose entre las obligaciones de la maternidad y el mundo música al que aspira la menor. Al tiempo que se nos notifica de un ingrediente no menor: la madre también cumple labores de manager, guía y consejera, de su hija, proyectando el deseo de ser cantante sobre su descendiente. El sueño suspendido que renace en el anhelo de su hija, revelándose como incipiente artista pop inserta en un tiempo y lugar que pareciera intensificar las tensiones existentes en el vínculo.