La chica en la telaraña

Crítica de Tomás Ruiz - EL LADO G

La Chica en la Telaraña se posiciona como una de las decepciones de la temporada. Esta no solo es una mala película de la franquicia que en su momento planteó Larsson, es una mala película en general.

Stieg Larsson fue un escritor sueco reconocido a nivel mundial, entre otras cosas por haber sido el creador de la saga literaria Millenum. Una saga de libros que narran las aventuras detectivescas de Mikael Blomkvist, un periodista de una revista llamada Millenium, y Lisbeth Salander, una hacker tecnológica de primer nivel que trabaja para el mejor postor, pero que lidia permanentemente con su pasado turbio y lleno de oscuros secretos. Esta saga, ya ha tenido sus adaptaciones en el cine utilizando hasta los primeros tres libros de la franquicia y todas han sido estrenadas bajo el nombre de “La Chica del Dragón Tatuado” (The Girl With the Dragon Tattoo). En 2009 se estrenó la primera de todas las entregas, para ser una versión sueca con actores y escenarios 100% de aquel país, la narración y la historia fluyeron bastante bien, provocando así que los espectadores ajenos al material escrito se amigaran con los libros y siguiera creciendo la mitología de Millenium. Ese mismo año salieron las partes dos y tres, cerrando así una trilogía fiel a los libros y todo parecía que todo terminaría ahí pero… En 2011, Hollywood (¿cuándo no?) se apropió de los derechos para hacer una remake que contó con los actores Daniel Craig, Roony Mara y Stellan Skarsgård, con el aporte del celebre director David Fincher detrás de las cámaras. Si bien la peli gustó a los más fanáticos, un poco del espíritu se perdió y al contrario de la versión original, no hubo secuelas para la remake yankee.

A casi diez años del estreno de la película original, llega a los cines lo que sería la continuación de la saga, luego de que el material original cambiara de escritor tras la muerte de Larsson en 2004. Intentando adaptar la cuarta parte de los libros, La chica en la telaraña (The Girl in the Spider’s Web), cuenta como Lisbeth (Claire Foy) roba un programa informático que da acceso a unos códigos que activan armamento nuclear a nivel mundial, pero de repente un matón ruso y sus compañeros se apoderan de su computadora con el programa dentro e intentan venderlo al que mejor pague. Para desgracia de los malosos de turno, Lisbeth acudirá a su viejo amigo Mikael (Sverrir Gudnason) donde ambos se verán involucrados en una trama en la que el destino del mundo está en juego y en sus manos.

Para empezar hay que tener en cuenta un par de puntos en claro. Con la muerte del escritor original, era muy difícil continuar con el nivel de narración y desarrollo de personajes que se venía dando entrega a entrega. Habiendo dejado establecido esto, hay que decir que esta continuación, se encuentra demasiado lejos de lo que se supo mostrar la primera vez que conocimos a Lizbeth y Mikael y lo primero que se puede ver de diferente es el cambio de género de la peli. Mientras aquellas del 2009 y 2011, eran una especie de thriller detectivesco con tintes de dramas familiares y muchos secretos por parte de todos los personajes, con muy poca acción y casi nada de lugares comunes, da la sensación que entre el director uruguayo Federico Álvarez (Don’t Breathe, 2016) y los escritores, agarraron todo el material original y no solo no le prestaron la suficiente atención, sino que hicieron todo lo contrario. El desarrollo de los personajes es nulo, los papeles dentro de la historia no están para nada claros, personajes que deben tener mayor preponderancia no la tienen y aquellos que solo están de relleno se les da un protagonismo exagerado. Un guion que roza lo ridículo que no solo se burla del fanático de la saga sino también del espectador que no conoce nada y un cambio de género muy claro, que queda muy mal y no solo por el hecho de cambiar, sino por cambiar y hacerlo de mala manera.

La película no solo cambia su género de manera abrupta (de thriller a acción), sino que también parece olvidarse de forma completa de todo el universo que se fue construyendo con el paso de los años y sobre todo de los libros. Hay un personaje que es clave en la franquicia y es el de Lisbeth, un personaje tan completo como complejo que dependiendo de su utilización la historia puede re-significarse de diferentes maneras e interpretarse también de esas formas. La película pareciera agarrar elementos al azar que fueron funcionales al éxito de la saga y los replica a más no poder, perdiendo totalmente el significado, muchas veces metafórico que ese elemento conlleva.

Las actuaciones en este caso van de la mano con el guion. Sin tener ningún tipo de soporte eficaz, los actores respetan a rajatabla lo escrito y no se salen del molde. La más destacable de todos es sin dudas Claire Foy, quien a pesar de contar con un personaje que cuenta con mucho menos desarrollo del que debería y que en algunas características (sobre todo las tecnológicas) parece totalmente imposible que haga lo que hace, es el único sostén que tiene la peli para por lo menos no naufragar en el mar del olvido. El resto del elenco tiene idas y vueltas, pero ningún personaje cuenta con el desarrollo suficiente como para tener una importancia relevante. Extrañamente el peor de esta cita cinéfila es el encargado de interpretar a Mikael, Svenirr Gudnason, entre el increíble sin sabor con el que se lo nota y la poca participación activa dentro de la trama por parte de su personaje, esta película hizo a un costado a uno de los personajes principales.

Nadie dice que los géneros dentro de sagas o franquicias no puedan cambiar, pero de hacerlo el trabajo tiene que ser el doble de efectivo. La Chica en la Telaraña se posiciona como una de las decepciones de la temporada y sus productores debieran tener en cuenta volver un poco al campo argumental y de veracidad que se vio y leyó los primeros tres libros, sobretodo. Esta no solo es una mala película de la franquicia que en su momento planteó Larsson, es una mala película en general. Si bien entretiene y hace volar la imaginación, quedará en el olvido como aquella que no supo como ganarse un lugar entre todos los amantes de esta gran franquicia.