La chica en la telaraña

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Primero fueron las novelas (póstumas) de Stieg Larsson, luego llegaron las tres películas suecas (con Noomi Rapace), más tarde fue el turno de la versión hollywoodense de La chica del dragón tatuado (2011) de David Fincher y con Rooney Mara; y, finalmente. los libros de David Lagercrantz que retoman la saga Millennium. Basado en Lo que no te mata te hace más fuerte (2015), este reboot de la franquicia tuvo como director y coguionista al uruguayo Fede Alvarez, quien venía de dos éxitos como Posesión infernal y No respires. Esta vez, más allá de su innegable profesionalismo, La chica en la telaraña luce como la película más desarticulada y menos lograda de su meteórica carrera.

Los personajes principales son los concebidos por Larsson pero el casting del nuevo elenco es bastante discutible. Para el papel de la heroína (una joven de traumático pasado familiar convertida en justiciera contra hombres violentos) se eligió a la inglesa Claire Foy ( The Crown), quien parece perdida en el papel de esta muchacha rebelde y lesbiana que viste de negro, monta su moto y es una experta en nuevas tecnologías. Pero el problema principal no son Foy ni el nuevo Mikael Blomkvist, que ahora interpreta Sverrir Gudnason ( Borg-McEnroe). La decisión de abandonar el thriller psicológico más inteligente para convertir al film y al personaje en una suerte de versión femenina de James Bond, dilapidan la esencia de una saga que tuvo su momento de gloria y hoy no es más que un mediocre exponente de cine de género.