La cárcel del fin del mundo

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

“Fin del mundo, principio de todo”, relata uno de los narradores, una voz que lee una carta, algo del poco material de archivo sobre un lugar que tras su fachada fría e inhóspita, guarda relatos de terror.
En Ushuaia, allí donde hoy se encuentra el Museo Marítimo y el Museo del Presidio, hubo una “Cárcel de Reincidentes de Tierra de Fuego”. Así se llamaba, pero en esa misma carta se define a los presos que estaban allí dentro como “confinados, no penados”.
La película comienza con una representación, una obra teatral, que ni cuenta una historia de ficción, ni parecería estar siendo actuada. En ella somos testigos del trato que los presos tienen en este lugar tan desolado y frío.
Lo que la directora Lucía Vassallo hace en este documental es recopilar lo que se pudo conseguir de material de archivo, algo muy difícil ya que mucho de él al respecto fue destruido, y sumar testimonios de personas que de un modo u otro estuvieron, se sintieron o tuvieron a alguien cerca de ese lugar (carceleros, investigadores, expertos en el tema), junto a una cuidada fotografía que nos permite entrar al Penal como testigos.
El objetivo de este documental no parecería ser el de investigar exactamente qué y por qué sucedían las cosas que sucedieron, sino más bien plasmar una parte de la historia argentina. Confinados políticos convivían con otros residentes del lugar. Nombres como el famoso “petiso orejudo”, Cayetano Santos Godino (el primer asesino serial conocido del país), el anarquista ucraniano Simón Radowitzky, y Mateo Banks, asesino de masas, se convirtieron entre los más conocidos. Se narra el modo en que los tenían aislados, de todo y de todos, incluso de sus propios familiares, los fallidos intentos de fuga y la desolación y desesperanza que se respiraba en ese lugar.
Tras poco más de una de duración entre imágenes de archivo, testimonios y la narración de Javier Valentín Diment, Vassallo termina su película con una reflexión sobre la lucha de clases y la necesidad de la reclusión como reinserción y no como represión. Presente y pasado fusionados para conocer un poco más sobre la historia de nuestro país.